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contexto de la hermenéutica, con la comprensión previa que le es propia, aunque vaya evolucionando en Heidegger. A partir del even- to se puede ir construyendo un camino del pensar. Por otra parte, tampoco se puede perder de vista que la ética ha sido siempre problemática. No se pueden olvidar aquí las pala- bras del propio Aristóteles el comienzo de la Ética a Nicómaco. Él mismo dice que no se puede buscar rigor en estas cuestiones; y que no se podrían tener más pretensiones que mostrar la verdad de un modo tosco y esquemático, casi más por convención que por natu- raleza 48 . Y son conocidas las largas reflexiones que hace luego Aris- tóteles en el libro primero para intentar determinar en qué consis- ten el bien, la felicidad, la virtud; reflexiones que no llegan a conclusiones ciertas, sino a la decisión aconsejada por la prudencia en el momento o situación oportuna ( kairov" ). Y con esto Aristóte- les tampoco pensaba caer en un relativismo moral. La ética cristiana ha tenido una larga historia. En el mismo Cris- to hay una gran reducción de multitud de leyes a la ley del amor en su doble dimensión, Dios y el prójimo. Pocos años después san Pablo tiene también duras palabras contra el legalismo. Luego, la ética tomó mucho del estoicismo y abundó, como él, en normas. Poco después, san Agustín volvía a reducir con afirmaciones como el conocido: Ama et fac quod vis. Es más importante una ética de actitudes que una ética de normas. En esta dirección habría que ver la postura ética de Heidegger. Por una parte, estaría cercana a la postura aristotélica sobre un saber relativo acerca del bien para el hombre y del obrar humano. El fun- damento de esta relatividad es diferente en ambos. En Aristóteles, estaría más bien en la contingencia en la que vive el hombre; en Heidegger, estaría en el carácter de evento y destino, propio no sólo del hombre, sino también del ser, y en el consiguiente misterio de ambos. En este sentido se acercaría a posturas como la de Herácli- to: El hombre ha de vivir en la cercanía de Dios. Para Heidegger, en la cercanía del ser, del evento, escuchando la palabra del mismo y llevando su verdad al pensar y al lenguaje, construyendo la casa del ser en sus diferentes sentidos. Todo esto estaría más bien en la línea HEIDEGGER Y LA ÉTICA 135 49 M. HEIDEGGER, Brief über den Humanismus, o.c., 361.

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