NG200601002

verdad del ser como el elemento originario del hombre como un ek- sistente, es ya en sí la ética originaria” 28 . La ética originaria consistiría, según esto, en pensar la verdad del ser y en pensar la esencia humana como inseparable del ser, como perteneciente a él; en pensar el hombre como ek-sistente en el hacerse presente el ser, al servicio del ser, para llevar la verdad del ser al pensar y al lenguaje. Esta sería la ética originaria y vivir así constituiría también el hj~qo" originario. Pero así ¿no se convierte la ética en una ontología, aún más, en la ontología más abstracta? Heidegger niega esto expresamente: “Este pensar tampoco es primero ética porque es ontología. Pues la ontología piensa siempre únicamente el ente ( o[n ) en su ser. Pero mientras no sea pensada la verdad del ser, toda ontología se queda sin fundamento. Por eso el pensar que en Ser y tiempo intentaba lle- gar a pensar la verdad del ser era designado como ontología funda- mental” 29 . Añade Heidegger que critica la ontología no porque piensa el ser del ente e intenta así llegar al ser, sino porque no piensa la ver- dad del ser y de esta manera desconoce que hay un pensar más ori- ginario y estricto que el pensar conceptual; porque la ontología no llega a aquella primera apertura en la cual se da el pensar la verdad del ser. Este pensar está entes de toda ontología y de toda ética. “El pensar que pregunta por la verdad del ser, y con ello determina la estancia de la esencia del hombre desde el ser y hacia éste, no es ni ética ni ontología. Por eso la pregunta acerca de la relación de una con otra no tiene fundamento en este ámbito. Sin embargo, su pre- gunta, pensada de manera más originaria, tiene un sentido y un peso esencial” 30 . La ontología no piensa el ser. Pensar el ser sería ya ética origi- naria, según se ha dicho antes. Heidegger se pregunta también si de este pensar la verdad del ser, o ética originaria, no se derivan algu- nas normas concretas para la vida del hombre: “Se debe preguntar, pues: Si el pensar, pensando la verdad del ser, determina la esencia HEIDEGGER Y LA ÉTICA 123 29 Ib., 356-357 30 Ib ., 357-358 31 Ib., 358.

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