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admitir que es frecuente la utilización indiscriminada de estos térmi- nos y en nuestro estudio habremos de derivar en estos binomios. Salvadas las precisiones pasemos a ver una primera aproxima- ción de lo que entendemos por ciencia y por religión. Vamos a dis- tinguir lo que de ambos está en ambos. En un sentido amplio: qué hay de fe (entendido como operación no exclusivamente racional) y de religiones (entendido en la realización práctica de creencias) en la ciencia y qué hay de ciencia (entendida en su acepción más amplia) en la religión. No pretendemos aquí realizar la argumenta- ción o falacia del tu quoque , argumento larga y certeramente critica- do 14 . Efectivamente, no queremos decir que como la ciencia parece, algunas veces, invitada a explicaciones de deriva irracional o recur- sos propios de la fe o la religión, entonces se justifica la deriva irra- cional de la religión, o viceversa. Entre otras cosas porque aquí no se busca defender la sustancialidad de la religión o de la ciencia, sino que se pretende evidenciar, y ya avanzo mis propósitos, que el encuentro es inevitable en su practicidad, sea cual fuere dicha inte- racción. Finalizaremos analizando el papel de la filosofía en el aná- lisis de sendos ámbitos. 2. FE Y RELIGIONES EN LA CIENCIA La visión que normalmente tenemos de la ciencia es tan clara y diáfana que a cualquier espíritu un poco avispado tendría que resul- tarle, al menos, sospechosa. Y este recelo no es gratuito, como seña- la John Polkinghorne: “La imagen que mucha gente tiene en su mente acerca de cómo procede la ciencia es excesivamente simple. Esta engañosa caricatura –prosigue– describe los descubrimientos CIENCIA Y RELIGIÓN: ¿ES POSIBLE EL DIÁLOGO?… 533 14 William W. Bartley, efectivamente, distinguió que una cosa es que el filó- sofo sea invitado en algunas ocasiones (racionalismo crítico) ha adoptar ciertas posi- ciones que puedan interpretarse como situadas en la irracionalidad y otra distinta (ahí reside la falacia) ser convencido de que esa posición es verdadera (en este caso la verdad de la irracionalidad). Esta diferencia entre convicción y compromiso le ayuda al discípulo de Popper a justificar la posición del criticismo. Cf. W. W. B AR - TLEY III, The Retreat to Commitment (New York 1962) 88-175. De la utilización de este argumento en ciencia también desde el criticismo, cf. J. A GASSI , Science and Society (Dordrecht 1976) 465-477.
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