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a ser criticadas por diversos autores de ambiente anglosajón como Toulmin, Goodman, Putman... y el mismo Wittgenstein. Pero fue dis- cutida y puesta en solfa, sobre todo, a partir de la obra de Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas (1962) 25 donde muestra, a través de su concepto de paradigma científico, cómo la ciencia no es acumulativa, sino que se mueve por cambios y luchas de para- digmas rivales (ciencia normal y ciencia revolucionaria). La visión de Kuhn lleva a un relativismo epistemológico, sin afirmar el relativis- mo ontológico. Pero, quizás, lo más importante es que introduce elementos externos a la teoría científica como elementos esenciales de la ciencia: una ciencia no se sostiene sólo con base en la propia teoría, sino en la posición de los científicos respectos de teorías riva- les. La posición de Kuhn no es la única respuesta radical, podríamos mencionar la propuesta de los programas de investigación científi- cas del húngaro Imre Lakatos o la más radical posición “anarquista” de Paul Feyerabend 26 . En el último cuarto del siglo XX han tomado consistencia otras consideraciones de explicación de la ciencia como es la sociología de la ciencia. No podemos olvidar que son comunidades científicas las que realizan la ciencia. El “programa fuerte de la ciencia” 27 afir- CIENCIA Y RELIGIÓN: ¿ES POSIBLE EL DIÁLOGO?… 537 traducción española de Eloy Rada y Pilar Castrillo de la obra, F. S UPPE , La estructu- ra de las teorías científicas (Madrid 1979). 25 The Structure of Scientific Revolutions (Chicago 1962). Edición en español, (México 1975). 26 “El siguiente ensayo ha sido escrito desde la convicción de que el anar- quismo —que no es, quizá, la filosofía política más atractiva— puede procurar, sin duda, una base excelente a la epistemología y a la filosofía de la ciencia ” (P. F EYERA - BEND , Contra el método (Barcelona 1989) 7); I. L AKATOS , Historia de la ciencia y sus reconstrucciones racionales (Madrid 1974). 27 El denominado “Programa fuerte de la ciencia” tiene origen en la Univer- sidad de Edimburgo (de ahí que se conozcan también como “Escuela de Edimbur- go”) y reconoce como inspiradores a Barry Barnes, y David Bloor. Podemos citar como autores asociados a este movimiento, por profundizar y matizar las posicio- nes, a Donald MacKenzie y Steven Shapin (interpretaciones moderadas del “Progra- ma”); Bruno Latour, Steve Woolgar y Karen Knoor-Cetina (Defensores del programa constructivista ligado a la llamada “antropología de laboratorios”) y Michel Mulkay. Cf. B. B ARNES , The Sociology of Science (New York 1972); I D ., T. S. Kuhn y las cien- cias sociales (México 1986); I D ., Estudios sobre sociología de la ciencia (Madrid 1980); I D . Sobre la ciencia (Barcelona 1987); D. B LOOR , Knowlege and Social Imagery (Londres 1976); D. M ACKENZIE y B. B ARNES , On the Role of Interests in Scientific Chan-
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