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hijos de la tierra. Como franciscano, no puedo menos que evocar a mi santo fundador, Francisco de Asís, quien veía en la forma campes- tre y en la límpida piedra que la rodea dones de Dios para refrescar a sus hijos peregrinos en el desierto de la vida... en el amor contem- plo la más incomparable visión de la historia, cuyo eje es Cristo” 23 . Por tanto, el carácter cristiano y franciscano parecen ser los dos rasgos esenciales que los principales intérpretes de su biografía inte- lectual han destacado en el pensamiento del profesor Rivera de Ven- tosa 24 , aunque su trayectoria intelectual presenta muchos más pun- tos de interés. Sin embargo, para nuestro propósito, nos limitaremos a aquellos rasgos esenciales. Tal vez debamos compartir con la pro- fesora Orellana que “en lo que concierne a la producción del pro- fesor Rivera, cuando alguien se acerca por primera vez a la biblio- grafía que la contiene, detecta de inmediato la existencia de un número importante de publicaciones dedicadas al franciscanismo, comparativamente mayor que las dirigidas a otra clase de temas” 25 . No obstante, debemos cuestionar la tesis de que estos dos rasgos no constituyen una forma de pensamiento propio, sino sólo una parti- cular sintonía del profesor Rivera de Ventosa con la filosofía cristia- na y con la escuela franciscana, a las que se adhirió sin aportar una tesis original y creadora de una escuela. La opinión de la profesora Orellana es la siguiente: “el profesor Rivera no tuvo nunca un pen- samiento propio; si por tal ha de entenderse una tesis mayor que da origen a una escuela. Sin embargo, sí aparecen de manera perma- nente en sus escritos una serie de rasgos que fueron importante motivo de preocupación y que son los que quizá reflejan una parti- cular sintonía existencial con ellos. A la par, estos aspectos configu- 470 PABLO GARCÍA CASTILLO 23 E. Rivera de Ventosa, “Autopercepción intelectual de un proceso históri- co”, Anthropos, O.c., p. 32. 24 No faltan, desde luego, otros aspectos importantes que han sido analiza- dos en el amplio volumen de la revista Anthropos , como el agustinismo, que el pro- fesor Oroz estudia con cuidado (pp. 91-96), o su “reconocida” deuda con San Tomás, según el profesor Forment (pp. 96-100), incluso la influencia que los jesui- tas dejaron en su pensamiento, como refiere el profesor Martínez Gómez (pp. 101- 104). Y, por supuesto, son amplios los estudios de los profesores Fornet-Betancourt y Heredia sobre la constante preocupación del profesor Rivera de Ventosa por la filosofía española e iberoamericana (pp. 110-112 y 121-126). 25 I. Orellana, ““El franciscanismo en la trayectoria vital...”, O.c., pp. 612-613.
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