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aves en sus nidos; cuando al morir en la cruz lo contempla, con ojo compasivo, en plena desnudez” 87 . Tras estudiar la raíz de esta pobreza de Francisco, el profesor Rivera de Ventosa se pregunta por el puesto teórico y práctico de la virtud de la pobreza en la espiritualidad franciscana. Es indudable, a su juicio, que la pobreza presenta dos ámbitos distintos en la espi- ritualidad franciscana, primero, es renuncia a la propiedad de bien- es materiales, con un rigor máximo, pero es mucho más una pobre- za interior, que impide, no ya arrogarse cualquier perfección propia, sino envidiar ninguna ajena, excepto el bien divino, pues sólo él es perfecto. Y, en este aspecto, hace el profesor Rivera de Ventosa una comparación entre la espiritualidad carmelita y la franciscana que merece, al menos, un sencillo comentario. La comparación se hace teniendo en cuenta tres momentos de ambos tipos de espiritualidad: la renuncia a los bienes materia- les, el desafecto a todo lo que nos es propio y la visión de las cria- turas en nuestro ascenso hacia Dios. Respecto a los dos primeros puntos, no se observa apenas diferencia alguna entre una y otra espiritualidad, salvo, tal vez, el mayor rigor con que se afirma la pobreza y renuncia a los bienes materiales en la orden franciscana, aunque, Santa Teresa es, en este punto, tan exigente como San Fran- cisco. Respecto al segundo, es decir, al desafecto a todo lo creado, San Juan de la Cruz exige la supresión de todo apetito y es suma- mente exigente en cuanto a la pobreza de espíritu. No obstante, en este aspecto, San Francisco es igualmente riguroso, por lo que cabe decir que ambos santos se dan la mano en lo que se refiere al rigor de exigencia de esta pobreza, considerada como reina del espíritu. No obstante, también en esta casi idéntica concepción de la pobre- za interior, observa el profesor Rivera una diferencia esencial, que describe así: “Podemos advertir en la altísima pobreza de ambos santos un matiz diferenciador. Consiste en que San Juan de la Cruz prospecta su pobreza radical desde abajo, desde la subida al monte de la perfección. Por el contrario, San Francisco se sitúa ante la bon- dad del Padre celeste. Lo contempla como fuente de todas las cosas, ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA EN “NATURALEZA Y GRACIA” … 519 87 E. Rivera de Ventosa, “Esencia de la pobreza practicada por Francisco de Asís”, O.c., pp. 380-381.
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