NG200503002
de estado y el colonialismo. A los que, a su juicio, ha de añadirse la más maléfica de las ideas políticas de nuestro mundo moderno: el racismo. Frente a estos rasgos negativos que sobresalen en la cultu- ra moderna, aparece el enorme resurgimiento de una cultura univer- sal, que pretende acabar con la lacra de estos males. Un hondo sen- timiento de respeto a la dignidad humana y de reconocimiento de sus derechos fundamentales ha surgido en toda Europa, como reac- ción a aquellos males de la modernidad. Y esos rasgos son los que caracterizan la que el profesor Rivera de Ventosa denomina “cultura planetaria”. El artículo concluye con una propuesta para el siglo actual. Como no podía ser de otra manera, su propuesta de una cultura pla- netaria, en la que se dé una plena integración de todos los hombres de todas las latitudes, ideas, razas y religiones, se asienta en su visión cristiana de la vida y de la historia humana. Aun reconocien- do que, en el mundo actual, se habla más del hombre como perso- na que como imagen de Dios, el profesor Rivera de Ventosa se pro- clama seguidor de Vitoria, del amor fraternal de Antígona y del personalismo de E. Mounier, para terminar mencionando a otro de sus autores predilectos, a Miguel de Unamuno, cuya visión de la his- toria universal se halla en los dramas de Calderón y bajo las figuras de Cervantes. Así termina su artículo: “En el entusiasmo de los dra- mas sacros de Calderón vio Unamuno expresada la vida íntima reli- giosa del pueblo hispano. Impensables en otros pueblos vecinos, que tienen otros logros culturales inasequibles para los españoles. Mas debajo de estas diversas reacciones de los diversos pueblos, M. de Unamuno percibe lo que es propio del hombre en cuanto tal. A este hombre ve Unamuno en la figura doble de Don Quijote y San- cho , tipos eternos del hombre de ayer, de hoy, de siempre. Estos personajes no son hispanos, ni pertenecen a ninguna nacionalidad. Son personajes humanos. Por doquier hemos topado con hombres quijotes seguidos de su peculiar escudero. Encarnan ambos al hom- bre de anhelos y aspiraciones; también de prosaísmos y de engaños lucrativos. Concluyo con esta última reflexión. Si con Don Quijote y Sancho topamos al hombre en cuanto tal, a este hombre tenemos que formarlo y educarlo con la deseada cultura planetaria ” 79 . 510 PABLO GARCÍA CASTILLO 79 Ib. , p. 134.
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