NG200503002
Sin embargo, además de esta contraposición acerca del princi- pio metafísico fundamental, que lleva a una contraposición también en la concepción del constitutivo metafísico de Dios, conduce a otro enfrentamiento de los dos grande sistemas metafísicos medievales, que se halla en la concepción del constitutivo metafísico del ser cre- ado. Santo Tomás, como es conocido, halla la razón esencial de la diferencia entre el ser subsistente por sí mismo y el ser creado o par- ticipado, en que en el primero hay identidad entre esencia y exis- tencia, pues la esencia de Dios es existir, en tanto que el ser que ha recibido su existencia del creador, es un ser en el que hay distinción real entre esencia y existencia. Escoto, por su parte, rompe con esta metafísica de la existencia, para situarse dentro de la de la esencia. Y las esencias de los seres creados son contingentes meramente posibles, que se transforman en futuros contingentes por la determi- nación de la voluntad divina que los elige. Hay, por tanto, en la cumbre de la metafísica escotista, una afirmación de la voluntad libre de Dios, no condicionada siquiera por su entendimiento, que, sin mezcla de arbitrariedad, dirige los futuros contingentes. Pero en cuanto son posibles, carecen aún de la realidad de lo creado, con- teniendo así en su misma esencia, tanto el ser como el no ser. Por este motivo, el profesor Rivera de Ventosa ve en la lógica del razo- namiento de Santo Tomás sobre el esse , la misma lógica de Parmé- nides, que niega cualquier posibilidad de que exista nada más que el ser, mientras Platón, anticipando, en el Sofista , el concepto aristo- télico de potencia, como posibilidad de ser de lo que aún no es, es la fuente de esta sutil distinción entre esencia posible y esencia real, que viene a explicar la constitución del ser finito, sin necesidad de acudir a la distinción de esencia y existencia. O dicho con palabras del profesor Rivera de Ventosa, “la esencia creatural y su perfección limitada por ser esencia finita junto con la gran liberalidad de Dios, que dona gratuitamente la existencia a los posibles, explica, según Escoto, el hondo problema de la constitución del ser finito , sin sen- tirse obligado a asumir el complicado engranaje tomista” 68 . Y, con su acostumbrada mesura de juicio, al final de este artí- culo sobre las cumbres más sublimes de la metafísica, el profesor Rivera de Ventosa, no resta valor alguno a la metafísica tomista ni 502 PABLO GARCÍA CASTILLO 68 Ib. , p. 79.
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