NG200503002

tivo metafísico de la esencia de Dios. El ser es, por tanto, el punto de referencia y la clave explicativa de los otros trascendentales unum, verum et bonum , como de sus correlativos psicológicos entender y amar, que en Dios superan la mera calidad de actos psi- cológicos para encumbrarse hasta llegar a ser actos sustanciales. Esta primera tesis resulta admirable, si se tiene en cuenta la contraposición clásica que suele hacerse entre la metafísica de San Buenaventura y la de Santo Tomás. Sólo, en un segundo lugar, apa- rece la influencia de la metafísica del Bien del Pseudo-Dionisio en el doctor seráfico, aunque con notables innovaciones, como antes señalamos. Por consiguiente, el profesor Rivera de Ventosa demues- tra, con fundamento en textos del propio doctor franciscano, que el ser antecede al bien y no al contrario, como a veces se ha querido entender. San Buenaventura no trastorna el orden metafísico, que ha sido siempre el peligro de todo voluntarismo metafísico a favor del Bien, al modo del neoplatonismo, así como lo ha sido también en un intelectualismo exagerado, al modo de Aristóteles y los estoicos. La afirmación del ser como primer principio salva también el riesgo de cualquier emanatismo naturalista y panteísta. Pero este primacía del ser es compatible, en su sistema equilibrado, con una concep- ción del Bien, como razón metafísica de toda comunicación, tanto en el seno de la esencia trinitaria, como en relación con la creación. El Bien es razón última y fundamento, como prefiere llamarlo San Buenaventura, de toda comunicación, de toda efusión del ser. Una comunicación que procede por la vía del amor y por la vía de la generación y del conocimiento. En consecuencia, si el ser es la razón última de toda perfección absoluta de la esencia divina, el bien es el fundamento principal de su comunicación. La conclusión del artículo, que sólo recoge la primera parte de su tesis doctoral, resulta esclarecedora de este difícil equilibrio que San Buenaventura logra mantener entre el ser y el bien, entre el entendimiento y la voluntad. O, también podríamos decir, que el platonismo le sirve de cauce para expresar una doctrina inequívoca- mente cristiana, acorde con la genialidad agustiniana y con el rigor intelectual de Santo Tomás. Como recoge la conclusión del mismo, podemos terminar diciendo que “por lo que toca a la metafísica del “Bien” sería absurdo negar su entronque platónico; pero no menos absurdo sería el reducir el pensamiento de San Buenaventura al ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA EN “NATURALEZA Y GRACIA” … 491

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