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cristianismo como mera ideología, nacida bajo el signo de cualquier cultura. Y analiza con penetración las razones que han llevado a la modernidad a esta posición, tan próxima a la de aquellos neoplató- nicos que se escandalizaron de que Dios descendiera hasta la forma de su ser humano vulnerable y humilde, nacido de una mujer. Cier- tamente el cristianismo aparece en un momento histórico concreto, valiéndose de elementos de la civilización semita y de la gran cultu- ra helenística griega, pero sobrepasando ese horizonte histórico por encerrar el misterio de un Dios hecho carne, de un Dios que es amor. Pero, al mismo tiempo, el cristianismo no rechaza ningún ele- mento valioso de las culturas humanas, según el conocido dicho de San Pablo que se reconocía deudor de “griegos y bárbaros, de sabios y de ignorantes” ( Rom ., 1, 14). La proverbial actitud dialogan- te y abierta del profesor Rivera de Ventosa le hace recordar aquellas hermosas palabras de los Padres de la Iglesia sobre la necesidad de acoger lo valioso de las culturas humanas para leerlas a la luz de la fe cristiana. En especial cita éstas de la famosa homilía que dirige a los jóvenes San Basilio: “A nosotros, que ante todo aspiramos a la vida eterna se nos ha dado en los Sagrados Libros la revelación de los misterios. Mas para ejercitar el ojo del alma, contempla éste las sombras y los reflejos de esos misterios en los otros libros escritos por poetas, historiadores, oradores y filósofos. Miramos primero al sol reflejado en el agua para que, habituados a su vista, podamos fijar nuestros ojos en su lumbre” 43 . Preocupado por la tarea difícil del cristianismo en el mundo contemporáneo, el profesor Rivera de Ventosa, al glosar con deteni- miento los textos pontificios sobre la inserción de los pastores en la civilización y culturas de nuestro tiempo, expone con claridad su mensaje de diálogo y de superación a un tiempo de los límites de toda cultura como esencia del cristianismo primitivo y actual. Deja constancia de la necesidad de que el cristianismo se acerque a todas las culturas, sin confundirse con ellas, pero admitiéndolas a todas en su seno. De nuevo vuelve a insistir en que la gracia, el don divino de la bondad liberal, no anula, sin que eleva a la naturaleza. ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA EN “NATURALEZA Y GRACIA” … 481 43 E. Rivera de Ventosa, “Cristianismo y culturas humanas”, Naturaleza y Gracia 7 (1960) p. 281.
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