NG200503002

se resume, a juicio del profesor Rivera de Ventosa en la mutua con- fianza entre iguales, que comparten sus más íntimos secretos. Así lo ve expresado en la despedida de Jesús de sus discípulos, en la que, con el corazón abierto, les dice: “ya no os llamaré siervos, sino ami- gos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” 37 . Las dos últimas formas del amor, éros y agápe , son las que merecen mayor atención del profesor Rivera de Ventosa, que, en este punto, acepta algunas tesis de Nygren, pero critica su concep- to pesimista de la naturaleza humana, que no alcanza a ver la acción de la gracia divina. El éros , el amor del deseo, del anhelo de la belle- za y de la perfección superior, como lo describe, en páginas subli- mes, Platón, es siempre deseo de aquello de lo que carece, es impulso a ascender, pues él le presta al alma las alas que ha perdi- do en su descenso a la caverna del cuerpo. Un amor, que se pro- yecta en algunas expresiones agustinianas, pero que no puede con- fundirse jamás con el amor liberal y gratuito de Dios, tal como aparece en el Nuevo Testamento. Los griegos desconocieron por completo esta forma del amor cristiano que es la ágape . Así lo expresa el profesor Rivera de Ventosa: “frente a este indigente amor- eros , el amor-agápe se nos describe por doquier en la letra y el espí- ritu del Nuevo Testamento como un amor de donación, que provie- ne de un ser en plenitud. Este amor-donación se caracteriza por dos notas: ser un amor inmotivado y ser un amor creador ... El amor, pues, del Padre hacia nosotros es un amor-agápe , manifiestamente inmerecido. A su vez es un amor creador . No nos envió a su Hijo para dejarnos en nuestra miseria, sino para elevarnos según su gran misericordia, para recrear su imagen en nosotros” 38 . Creo que esta teoría del amor constituye uno de los grandes logros intelectuales del profesor Rivera de Ventosa, quien, por medio de ella, establece uno de los puntos básicos de la filosofía y la teología cristianas, centradas sin duda en el amor de Dios, como generosa donación de su gracia al hombre. Con este artículo, el pro- fesor Rivera de Ventosa parece haber querido glosar con excelsa 478 PABLO GARCÍA CASTILLO 37 Juan XV, 15. 38 E. Rivera de Ventosa: “Las formas fundamentales del amor”, O.c., pp. 25- 26.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz