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artículos anteriores, es decir, hay una sabiduría cristiana que perfec- ciona la obra filosófica de la sola razón, una sabiduría que incluye un concepto nuevo de la historia y que se asienta en una original concepción del amor divino, del amor de donación, del amor-agápe, como lo concibió fundamentalmente San Pablo. La reflexión sobre el amor del profesor Rivera de Ventosa le ocupó varias décadas y, como reconoce al comenzar su artículo, como pensador cristiano atrajo su atención desde la realización de su tesis doctoral sobre el voluntarismo de San Buenaventura. Lo que más llamó su atención fue el contraste entre el amor-eros de la cul- tura clásica y el amor-agápe del Nuevo Testamento. La lectura del conocido libro de A. Nygren, en el que se presenta el radical con- traste de ambos conceptos, le condujo a una larga investigación fenomenológica sobre las formas del amor. La aportación más destacada del análisis fenomenológico sobre las formas fundamentales del amor que realiza el profesor Rivera de Ventosa se halla en la determinación de las cuatro expresiones subli- mes de amor, que él llama: “ storgé ”, “ philía ”, “ éros ” y “ ágape ”. La pri- mera, que deduce de dos pasajes de San Pablo, en los que acusa a los paganos de carecer de esta forma de amor, la traduce como amor entrañable, amor de la sangre, amor enraizado, cuyo ejemplo más hondo se halla en Antígona. Precisamente a esta tragedia dedica un estudio, en el que delimita los rasgos de este amor, que brota de la entraña humana, tierno y humilde 36 . Tal vez por ese carácter de sen- cillez, la filosofía se ha desentendido de este amor entrañable, que merecía una mayor atención. La philía , en cambio, ha ejercido mayor atracción sobre los filósofos clásicos, como lo demuestra el hecho de que Aristóteles le dedicara dos de los diez libros de su Ética y Cicerón uno de sus principales opúsculos, con el título de De amicitia . Aunque fue Platón quien dedicó a este amor su diálo- go juvenil Lisis , en el que anticipa algunas ideas que desarrollará en el Banquete y el Fedro . La amistad, como amor de benevolencia entre iguales, que fue inadecuadamente traducido por los escolásti- cos como charitas , pues no puede darse amistad entre dioses y hombres, como muy bien señaló Aristóteles, este amor de amistad ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA EN “NATURALEZA Y GRACIA” … 477 36 E. Rivera de Ventosa: “La “ storgé ” o el “amor-cariño” en Sófocles a la luz del método fenomenológico”, Hemantica 20 (1969) 5-25.

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