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Muy diferente es el panorama que se observa en el pensamien- to bíblico. La creación del mundo y la divina providencia son ideas desconocidas en la filosofía griega. Y, ya desde las primeras páginas de la Biblia, aparece junto a éstas la idea de la libertad del hombre, que será, junto con la providencia divina, el agente de la historia. San Pablo expresó, en uno de los pasajes más profundos de sus escritos, en la Carta a los Efesios (1, 10), el sentido de la historia que se halla en el fondo de la visión cristiana: el plan divino se cumplió, cuando llegó la plenitud de los tiempo, en la recapitulación de todo en Cristo. Esto significa que la historia humana es fruto de un testa- mento (diatheke), de una libérrima disposición de la voluntad divi- na que entregó sus bienes a favor de los hombres o de un pacto sellado entre Dios y su pueblo. Hay en esta visión providente de la bondad generosa de Dios un horizonte no entrevisto por la filosofía griega, que jamás superó el concepto cerrado de la naturaleza aris- totélica. Como concluye el profesor Rivera de Ventosa, “frente a la eternidad y suficiencia pagana, el pensamiento bíblico nos habla de creación y dependencia. Frente al determinismo de las especies que enclaustra la “ physis ” en un desarrollo preciso sin capacidad de des- pliegue y evolución, la “ diatheke ” muestra al hombre en un pacto bilateral por el que acepta –y en ocasiones rechaza– el plan de Dios” 35 . Estos dos conceptos, la naturaleza de los griegos y el pacto que da sentido a la historia en la Biblia, resultan complementarios, como lo son el conocimiento riguroso de la naturaleza y la penetración en el sentido misterioso de la historia. Dos conceptos que, sin confun- dirse, no llegan a oponerse. Y su conjunción, en opinión del profe- sor Rivera de Ventosa, ha dado admirables frutos y permitirá alcan- zar nuevos logros dentro de esa hermosa síntesis que es el pensamiento cristiano. En el tercer artículo sobre las cuatro formas fundamentales del amor, encontramos una de las grandes síntesis del pensamiento del profesor Rivera de Ventosa. Como es uno de sus temas favoritos, lar- gamente glosado por él, me limitaré a hacer un breve comentario de esta aportación singular. Es un tema que guarda estrecha relación con su pensamiento cristiano, pues completa lo dicho en los dos 476 PABLO GARCÍA CASTILLO 35 Ib. , pp. 361-362.

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