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la fe”, la perdió 24 . Recordará más tarde aquel tiempo como “los años tristísimos… de esa terrible edad del pavo que fue para mí –cuenta Unamuno– de indecibles torturas de espíritu. Viví en Madrid de pavo –continúa recordando–, pero de pavo a quien le asaban vivo los fuegos de las más tremendas inquietudes” 25 . El otro polo de la crisis –la caída de la mitología vasca en su aspecto etnológico y filológico– se hizo patente en su tesis doctoral. Informado en la mentalidad positiva, muy propia de la primera Res- tauración, e impulsado por la que va a ser una de sus pasiones inde- lebles, la pasión de verdad (amicus Plato, sed magis amica veritas), trató de huir en su trabajo académico de lo que él llamó “exagera- do espíritu de localidad que vicia nuestras investigaciones, el deseo que turba a la razón” 26 . Como vasco, mucho de lo que se decía de su pueblo tocante a su antigüedad e historia le halagaba, incluso le ayudó a formarse en su niñez y adolescencia una conciencia “vasca” de la que románticamente alimentaba su imaginario étnico…; pero como científico tuvo que concluir que ese imaginario estaba tan poco y tan mal fundado que, en su opinión, el error, la ignorancia y los trabajos de segunda mano “han mezclado con el trigo no poca cizaña”. Reconoce desde luego que su pueblo es, “si no numeroso, vivo y fuerte, pequeño en número mas no en espíritu”; pero es un pueblo sin historia antigua y que ha jugado escaso papel en la His- toria “hasta no muy lejanos días” y que, cerrado en sus valles y mon- tañas, “ha corrido cuasi indiferente siglos de poderosa renovación para otros, y así es como ha conservado por tantos siglos su carác- ter específico y su idioma peregrino”. Sin embargo hoy, debido a las modernas vías de comunicación, “aquel rincón de España… empie- za a entrar de lleno en el concierto general… Todos los vasconga- dos –sigue diciendo– vemos la pronta asimilación de las costumbres y maneras de nuestro pueblo a muchas antes extrañas a él, el idio- HACIA UNAMUNO CON UNAMUNO 427 24 Ib ., 802, 829, 857. Cf. la carta a Clarín de 31-5-1895 en E. S ALCEDO (=ES): Vida de Don Miguel (Salamanca 1998) 102. En esta etapa sustituyó la fe por el temor a la nada, sentimiento más pagano que religioso ( Ib . 793). 25 VIII, 311. Escribe a comienzos de 1934: “Se me llena el alma de la memo- ria con los recuerdos de aquella mi juventud, tan solitaria, de mis dieciséis a mis veintidós años, los 1880 a 1886 de mi España” (“Juventud y juventudes”, en RE, O. c., en n. 2, 285-286). 26 IV, 87.

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