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expulsión de la Compañía de Jesús; lo mismo la disciplina dictatorial del sovietismo o la del fajo a la italiana que el anarquismo de las masas; lo mismo a aquellos que asimilaban España a la Monarquía que a quienes la identificaban con la república; lo mismo la propues- ta de suprimir la enseñanza de la religión en la escuela que la forma en que era enseñada en los colegios religiosos; lo mismo defendía las lenguas regionales que protestaba contra quienes desde los nacio- nalismos periféricos querían imponer por obligación el bilingüismo; lo mismo resistía al ateísmo que a la fe del carbonero o al Dios de los metafísicos y teólogos; lo mismo exaltaba la virtud del patriotis- mo que arremetía contra quienes ponían la patria como supremo valor de la vida; lo mismo saludaba alborozado la proclamación de la República que la valoraba como forma no más que accidental de gobierno: más aún, le tenía sin cuidado, o incluso se burlaba de su liturgia y símbolos (entre ellos la bandera tricolor); lo mismo defen- día la unidad de España (que es paz) y cantaba su rica diversidad (que es vida) que atacaba la forma federal del Estado, una forma a sus ojos de construir otros centralismos (“republiquetas de taifas”), cuando no, en los casos de los nacionalismos, síntoma de resenti- miento y neurastenia, o de racismo que llamaba despectivamente al inmigrante “meteco” y “maqueto”; lo mismo criticaba el dogma cató- lico y a la Iglesia institución que meditaba con unción la figura de Jesús y comentaba ahíto de sabiduría la Escritura Sagrada; lo mismo ridiculizaba “las mentecatadas gonzaguescas de la hagiografía edifi- cativa” escritas en loor del fundador de la Compañía de Jesús que ponderaba la “excelente Vida de San Ignacio” inserta en la obra fun- damental, “trabajo muy bueno”, reconoce, del jesuita P. Antonio Astrain; lo mismo cantaba tiernamente a su pueblo vasco y hablaba con sumo respeto “de aquellos dos máximos espíritus vascos que fueron Iñigo de Loyola y Francisco Xavier” que decía tener “el vasco genuino...mucho de infantil. Pero con todo lo bueno y a la vez todo lo malo de esta cualidad”; lo mismo cantaba a la lengua imperial española o a la España Imperial que arremetía duramente contra las pretensiones imperialistas de campanario del “Emperador de Iberia”, Alfonso XIII; lo mismo elogiaba con atrevida frase la “santa guerra civil” como estado existencial y categoría histórico-cultural de Espa- ña que alertaba contra la que se estaba preparando a ojos vistas; lo mismo atacaba el “cavernicolismo” de derecha que de izquierda, “que lo mismo da”, añadía... Pero para qué seguir... 452 ANTONIO HEREDIA SORIANO

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