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agosto de 1925... 102 ; y por otro, cargar ya de por vida con fama de atrabiliario e idealista, de intelectual paradójico, misántropo y pesi- mista, y aun de loco de remate... 103 . Figura y leyenda alimentada en cierto modo por él mismo en fuera de su “individualismo desenfre- nado” y de su método 104 . “Mi obra es hacerme a mí mismo en cuan- to mito”, decía 105 . Pero ya Unamuno en esta época era también para sí mismo un escritor público consagrado y para muchos una figura preeminente en el orden del pensamiento 106 . De estos años son, entre otras obras, novelas como Niebla (1914), Abel Sánchez (1917), Tres novelas ejemplares y un prólogo (1920) o la Tía Tula (1921). Entre sus libros de poemas, aparte Tere- sa (1924), es imprescindible la cita de El Cristo de Velázquez (1920), 442 ANTONIO HEREDIA SORIANO 102 IX, 299-300, 425; VII, 441, 445, 453, 465, 571-706, 1205-1207. Más adelan- te confiesa que arremetió contra la Dictadura con su “peculiar empuje. Y debo decla- rar –continúa– que una desordenada pasión de justicia ha solido arrastrarme a ver- daderas injusticias a las veces… Libre del confinamiento, me desterré voluntariamente a Francia, donde proseguí mi campaña patriótica contra la Dictadu- ra y contra el monarca, encampanándome con mis consabidos arrebatos” (IX, 459) En otro lugar afirma: “…tuve que hacer que se me echara de mi hogar y se me con- finara en una isla atlántica y luego tuve que desterrarme de mi España para no some- terme a callar mis quejas y mis protestas” (I, 720). Se llevó a la Isla sólo tres libros: el Nuevo Testamento en griego, la Divina Comedia de Dante y un libro de las Poe- sías de Leopardi (VIII, 581, 587). 103 VIII, 339. Siente que con cualquier pretexto le va envolviendo la leyenda ( Ib. 422, 435, 686). 104 Ib., 477. “No soy misántropo, pero quiero más a los hombres cuando les tengo lejos”, decía con su habitual franqueza ( Ib., 330). Así explica su método, lejos del de Hegel o Krause: “Huyo de las síntesis de los contrarios al modo hegeliano, y creo más bien en el sistema de contradicciones que propugnó Proudhon. Y me sien- to como Job, un hombre de contradicción. Gracias a Dios” ( Ib., 309). Se siente “hijo de contradicción y padre de contradicciones…, y su arte es la polémica; no la dia- léctica, que es arte irónico… No puedo sonreír a las contradicciones íntimas que desgarran mi conciencia, ni puedo superarlas con la ironía” ( Ib., 433). También usa el “cinismo” como método ( Ib., 331). Dijo de sí lo que atribuyó al Dante: ser un “monje seglar” ( Ib., 695). Sus paradojas y proudhonismo metódico, no era en el fondo otra cosa que generosidad intelectual. Para ello acuñó ya en 1915 el término “alterutral” , que tanto uso le dará al final de su vida (IX, 317). 105 VIII, 477-478. 106 En 1914 se sabía “una cierta notoriedad en las letras” (VIII, 334). “Mi nom- bre –decía en 1920-21– no es ya mío, sino público [...] No debo; no puedo callarme ni mi voz es ya mía, sino que es de la patria” (VIII, 447, 462).

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