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plaza pública al pueblo y al Rey, al grande y al chico, al aldeano y al universitario, al militar y al civil... A todos dijo su verdad sin mira- miento 96 . Sintió que las circunstancias le llevaban a un “peligroso deber”, a un “cambio de rumbo”, a ir por “un sendero de acción política del que hasta hoy se había apartado”. Ya previó a raíz de su destitución como Rector, calificada por él de exoneración despótica, entrar en la lucha política real y efectiva: “Tenemos que bajar de sobre las nubes, de la región clara de la luz desnuda, y venir a pele- ar entre grasas tinieblas acaso” 97 . Y entró en efecto a luchar con todas sus armas por una Monarquía democrática o por una Repúbli- ca liberal 98 . Casi prefería la monarquía por aquello de la “continui- dad histórica” 99 ; pero, afín al posibilismo de Castelar, la forma monárquica o republicana era cuestión secundaria: lo esencial para él era ser o no ser liberal 100 . Entró pues en la lucha electoral, y en 1920 se presentó como candidato al Congreso por los republicanos de Bilbao y socialista de Madrid. Fracasa, pero no se retira. Critica cada vez más duramente la política nacional y, cuando llega la hora, arremete sañudamente contra el Directorio y denuncia que “libera- lismo y monarquía son incompatibles en España” 101 . Ello le costó, por un lado, procesamiento judicial, condena por injuria al Rey en 1920, destierro a Fuerteventura en febrero de 1924; y después el exi- lio voluntario de París y Hendaya, donde acaba instalándose en HACIA UNAMUNO CON UNAMUNO 441 96 “La indiscreción fue siempre mi flaco. Me ha faltado siempre la debida prudencia” (IX, 312, 333). “Yo, señor mío –decía en otro lugar–, como no hago opo- siciones a ministro de la corona, no tengo por qué medir las palabras” (VIII, 309, 347, 465-469). “Yo, dice en otro sitio, me he casado con la sinceridad” (VIII, 349). El mismo reconocía en 1926, ya en Hendaya: “Tengo la pluma tan hecha a picar, a pin- char, a desgarrar…” (VIII, 645). 97 IX, 315. 98 VIII, 443-455, 462-463, 465-466, 468-472. “Todo mi anhelo –decía en 1924– se cifra en refundar una Patria, en asentar en España una sociedad civil y libre”. Dirá luego, en 1931, que su lucha contra la Dictadura “fue, más aún que republicana, antimonárquica, y más aún que antimonárquica, antialfonsina. Sostuve –sigue dicien- do– que si las formas de gobierno son accidentales, las personas que las encarnan son sustanciales, y que el pleito de Monarquía o República es cosa de Historia y no de sociología” (O.c., en n. 2, p. 76). 99 VIII, 471, 518. 100 VIII, 599. 101 IX, 1181-82, 1195-96; VIII, 735, 740, 744-45.

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