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de ultratumba” 84 . De esta su crisis fundamental resultó además, apar- te su peculliar encuentro con Dios 85 , el descubrimiento de la Espa- ña profunda, íntima. Casi al final de la etapa confiesa que el senti- miento de su “españolidad” se le “va haciendo más absorbente cada vez”, llevándolo más allá de los “seculares prejuicios”. A este respec- to, mirando de frente a la cultura francesa y alemana, no se le pegó la lengua al paladar para denunciar que “esta mi España ha sufrido mucho de la lijereza y petulancia ajenas, ha tenido, sobre todo, que soportar la falsificación sistemática que de su historia y de su pen- samiento se ha hecho” 86 . Por este y otros textos en que parecía haber renegado del viejo afán europeizador, fue tachado de “patrio- ta exaltado”, cosa que él acepta pero poniendo la frase en su punto 87 . Con esta crisis surge también su sed de inmortalidad y, como consecuencia, su verdadero choque afectivo e intelectual con la realidad de la muerte, el otro vértice del triángulo mágico de Una- muno que aquí deseamos considerar más especialmente en la últi- ma etapa de su vida. 2.4. C UARTA ETAPA (1914-1930) Destituido en 1914 del Rectorado, se siente más libre e inicia un largo período de crítica social y política al margen de los partidos. “Soy bastante indisciplinado y me alegro de ello –decía en 1915–. No me he afiliado a ningún partido..., porque no quiero considerar la política como oficio” 88 . Sin disimular el disgusto que le producía el Parlamento y la decepción de los viejos partidos políticos históri- cos 89 , y sin ánimo de formar uno propio “por espíritu de herejía”, prefirió hacer política a su manera; esto es, “a base de pedagogía 438 ANTONIO HEREDIA SORIANO 84 IX, 311. 85 “Ahora se muestra mi labor… como una busca de Dios, a quien había per- dido”, confiesa en su Diario íntimo (VIII, 861). Como persona individual lo buscará dentro de sí; como español, en la propia historia de España (Ib.) . 86 Ib., 291. 87 Ib., 291-293, 301-303. 88 IX, 333, 394, 400, 459; VIII, 331-333, 453; III, 1091; VII, 813. 89 VIII, 337-339, 452-454; IX, 299, 315. Cf. la carta de Unamuno a P. Coromi- nas de 2-V-1917, en P. C OROMINAS : Obra completa en castellano (Madrid 1975) 454- 455.

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