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seco!” 45 . Otras publicaciones de esta época son la novela autobio- gráfica Nuevo Mundo (1895) 46 , los ensayos de 1895 reunidos bajo el título En torno al casticismo y Paz en la guerra (1897) 47 , novela ulti- mada en la frontera de su gran crisis interior. Estos primeros escritos ponen de manifiesto que ya desde esta etapa Unamuno quedó subyugado por la pasión de verdad; y fue esa pasión, podemos decir, la que dio tono a su vida y peculiar estilo a su escritura. “En busca de la verdad y de la justicia debemos ir, resul- te luego lo que resultare”, dejó dicho en temprana fecha 48 . Y acaso fue esa pasión, traducida ahora en “espíritu científico”, la que estuvo en la raíz de su permanente criticismo y afición por la discusión, “enfermedad” que dice que padeció, y de la que era ya consciente por estos años 49 . En su primera época de escritor aplicó todo ello al estu- dio del pueblo vasco desde el punto de vista filológico y étnico, a narrar lo que consideró la quintaesencia de la segunda guerra carlis- ta (1869-1876), a analizar los mil problemas de la cuestión social 50 . También en esta época quiso hacerse un hueco entre casticistas y anti- casticistas proclamando la necesidad de la “tradición eterna”, que está en el fondo del presente y no en el pasado muerto, que es el fondo del ser del hombre mismo y por eso universal y cosmopolita… “Y HACIA UNAMUNO CON UNAMUNO 431 45 VIII, 266. 46 Inédita hasta 1994 en que la publicó L. Robles en la Editorial Trotta de Madrid. 47 “Así titulé –dijo Unamuno en su jubilación– mi primera y más largamente pensada y sentida obra” (IX, 452).– “Haciendo mi primera novela, Paz en la guerra, eché los cimientos de mi concepción política, histórica, de nuestra España” (VII, 819). 48 IX, 481. 49 VIII, 177.– “Padezco la manía de escudriñarlo todo”, dijo por entonces (IV, 136).– Se afanó por hacer ver “los males que para la formación de la verdad cientí- fica engendra la intrusión en el campo de la especulación pura del espíritu práctico –todo lo noble que se quiera, por otra parte– movido por las pasiones de índole poco intelectual... Aspiramos –decía– a que se forme un núcleo de investigadores dotados de verdadero espíritu científico, sin aleacion ni mezcolanza (IV,191). 50 Refiriéndose a su colaboración en el periódico socialista bilbaíno La lucha de clases, donde escribió muchos artículos de forma anónima, dijo en medio de su gran crisis de 1897 que “esa constante propaganda por el socialismo elevado, noble, caritativo; esa campaña sin pensar en mí, ocultándome, esa campaña ha sido una bendición para mi alma. En medio de la miseria de mi espíritu he conservado, por divina gracia, un fondo de nobleza y abnegación. ¡Bendito sea Dios!” (VIII, 845).
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