NG200502004
los espíritus malignos; pero la nave trabajaba remando mediante el amor de las virtudes, con el odio de los vicios, el menosprecio del mundo, el amor de Dios, despreciando las cosas terrenas, deseando las celestiales, dotada de seis alas como un Serafín (cf. Is 6,2). El Serafín era su caridad, y las seis alas las otras virtudes: Las supremas, la fe y la esperanza; las del medio, la prudencia y la justicia; las infe- riores, la fortaleza y la templanza. Estas virtudes eran los remos de esta nave, los remeros eran el entendimiento y los afectos concupis- cible e irascible, fuerzas del alma y pasiones del corazón. La nave estaba perfectamente cerrada para que no penetraran las aguas infe- riores y la sumergieran, mientras que la parte superior estaba abierta hacia el cielo. De este modo la Santísima Virgen no amaba el mundo ni las cosas que son del mundo, porque: Todo lo que hay en el mundo es concupiscencia de la carne , etc. (1Jn 2,16); Todo el mundo se halla bajo el maligno (1Jn 5,19). Pero amaba a Dios de todo corazón, con el alma, la mente y las fuerzas (cf. Lc 10,27). Estaba la nave en medio del mar y Jesús solo en tierra . La Bie- naventurada Virgen no fue en este mundo como Cristo, que siempre desde el primer instante de su concepción fue bienaventurado, no sólo viador (en camino), sino también comprehensor (en el tér- mino) viendo a Dios cara a cara (1Co 13,12). No así la bienaventu- rada Virgen, sino que fue viadora (peregrina en la nave), por lo que sólo Jesús estaba en tierra. La nave se encontraba en medio del mar, batida por las olas, aunque era totalmente santa: Eres toda hermosa, amiga mía, y en ti no hay mancha alguna (Ct 4,7). Le proporciona (al marido) el bien, no el mal, todos los días de su vida (Pr 31,12). Pero ¿cómo es que sufrió las olas de las tribulaciones en el mar de este mundo? Sin duda, para que llegara al cielo mucho más colmada de los tesoros de los méritos. Pues las tribulaciones de este mundo soportadas por Dios y por la justicia son fuentes extraordinarias de méritos que se cambian en el cielo a un precio óptimo y subidísimo: Bienaventura- dos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el 366 BERNARDINO DE ARMELLADA comenta: «Se dice bien contra los soberbios: ‘he aquí cómo los gigantes gimen bajo las aguas’... en las aguas se pueden significar los pueblos, según San Juan Ap. 17,5, porque todos los soberbios, mientras desean conseguir en esta vida la supremacía de los bienes, gimen bajo el peso de los pueblos». S. Gregorii Magni, Moralia in Job , lib.17, c. 21 (PL 76, 25; CCL 143a, n.31, 868s)
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