NG200502004

Tres cosas hay que me desbordan y cuatro que no conozco: el camino del águila en el cielo, el camino de la serpiente por la roca, el camino de la nave en alta mar y el camino del hombre en la don- cella (Pr 30,18-19). Aquí propone, en orden inverso, cuatro misterios admirables referidos a Cristo: el camino del águila en el cielo = el misterio de la ascensión de Cristo al cielo; el camino de la serpiente por la roca = misterio de la resurrección, cuando Cristo, dejando el vestido viejo de la mortalidad, resucitó renovado en la inmortalidad; el camino de la nave en medio del mar = el misterio de la pasión; y el camino del varón en la doncella (hebr. uederek geber be’al- mah ) - el camino del varón en la virgen . La nave es Cristo, azotado por las olas en la pasión; tal es la nave de Jonás que corría peligro de hundirse en el mar. Pero también a la santísima y beatísima Virgen se la llama nave en las Sagradas Letras. Pues Salomón, a aquella mujer fuerte con tanto encomio alabada, la llama nave diciendo: Es como nave de mercader que de lejos trae su provisión de pan (Pr 31,14). Tales ala- banzas no pueden convenir realmente más que a la Santísima Vir- gen, pues añade: ¡Muchas mujeres hicieron proezas, pero tú las superas a todas! (Pr 31,29). Solamente la Virgen supera a todas las almas en riquezas espirituales de virtudes y méritos celestes. En honor de esta mujer, de la que había dicho ser virgen Madre de Cristo, compone un cántico de veintidós versos según las veinti- dós letras del alfabeto hebreo, comenzando cada verso con una de las letras, para mostrar que la Virgen María cumplió todos los núme- ros de las virtudes y es digna de toda alabanza. De esta nave dice: Es como nave de mercader que de lejos trae su provisión de pan (Pr 31,14). Es la nave de Salomón de la que leemos: El rey Salomón construyó una flota en Esyón Guéber, que está cerca de Elat, a orillas del mar de Suf, en la tierra de Edom. Jiram envió a las naves a sus servidores, marineros, conocedores del mar, con los servidores de Salomón. Llegaron a Ofir, y trajeron de allí 420 talentos de oro que llevaron al rey Salomón (1R 9,26-28). Esta nave, haciendo una travesía cada tres años junto con la nave de Jiram, llevó a Salomón oro, plata, colmillos de elefantes o marfil, monos y pavos reales (cf. 1R 10,14.22). Pero todo esto no se habría escrito en las divinas Escrituras, dictándolo el Espíritu Santo, si no estuviera lleno de misterio. LA VIRGEN MARÍA EN TRES SERMONES DE SAN LORENZO DE BRINDIS 361

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