NG200502004
para salvar, no para condenar, por eso (según el evangelio de) hoy no quiere en modo alguno condenar a la mujer adúltera. He aquí la virgen aquella , no na’arah , no betulah , sino ha’almah , porque na’arah significa jovencita, sea virgen o no virgen; pero betulah significa virgen, sea joven sea de edad más avanzada; pero ‘almah significa virgen joven y perpetua, pues ‘olam , de donde se deriva ‘almah , significa siglo perpetuo: He aquí que aquella virgen joven, virgen purísima y perpetua concebirá y dará a luz un hijo . 4. Verdaderamente admirable el que sea virgen perpetua y, per- maneciendo virgen, conciba y dé a luz un hijo. Por eso Salomón dice: Una cuarta cosa ignoro totalmente. Tres me resultan difíciles y una cuarta ignoro totalmente: el camino del águila en el cielo, el camino de la serpiente por la roca, el camino del navío en alta mar, el camino del hombre en la doncella (Pr 30,18-19), en la escondida, en la no descubierta; pues conocer a una mujer significa en la Sagrada Escritura descubrir su desnudez (cf. Gn 4,1.17.25; Nm 31,35; 1R 1,19; Mt 1,25). Cosa admirable es que un varón haya nacido de mujer no descubierta, escondida, siempre velada. Pero lo que sigue: Este es el camino de la mujer adúltera: come, se limpia la boca y dice: «¡No he hecho nada de malo!» (Pr 20,30), es también misterio admirable. Si una mujer es virgen o desflorada se puede conocer por la ruptura del himen de la clausura virginal, por eso se dan en la Ley las señales de la virginidad (cf. Dt 22,13-17). Pero no es posible conocer si una mujer ha cometido adulterio o fornicación, pues no queda ningún signo natural por el que se pueda conocer, como el ave volando no deja señal o vestigio, igual que la serpiente en la piedra y la nave en el mar. Por eso según la Ley tenían que descu- brirlo mediante un milagro divino. Si la mujer había cometido adul- terio, se le daban las aguas de la maldición y, habiéndolas bebido, moría si había cometido la falta; de lo contrario, esas aguas no le hacían daño alguno (cf. Nm 5,12-18). De hecho, la bienaventurada Virgen concibió y dio a luz de tal modo, que no quedó en ella señal alguna del parto, hasta el punto que si hubiera querido negar que era la madre de Cristo, no se le hubiera podido probar en absoluto, como a la mujer no se le puede probar el adulterio por vía natural, o a la virgen el estupro: como a un ave no se le puede probar por vía natural si pasó por tales aires, o a la serpiente si reptó por una pie- dra determinada, o a la nave si navegó por esta agua, como se 382 BERNARDINO DE ARMELLADA
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