NG200502004

posible. ¡Oh, hermanos! Decidme, ¿a quién consagramos mayor- mente estas potencias de nuestro espíritu? ¿a Dios o al diablo? ¿Qué es lo que más nos preocupa: las cosas celestiales, las divinas, o más bien las terrenas, el amar, meditar y conocer lo mundano? ¡Ay, her- manos! Nuestras obras muestran claramente nuestros vicios y peca- dos, dejan ver con evidencia qué Pedro se apoderó de nuestra voluntad, qué Santiago de nuestra memoria y qué Juan de nuestro intelecto. ¡Miserables de nosotros! ¿Y no nos deshacemos en gemi- dos? ¿Y no lloramos? El que vive en pecado, se halla sin Dios. ¡Ay, hermanos míos! Miká lloraba y se lamentaba porque los hombres de Dan le habían robado sus dioses de plata, por lo que al ser pregun- tado: ¿Qué te pasa para gritar así? Respondió: Me habéis quitado a mis dioses... y encima me decís: ¿Qué te pasa? (Jc 18,23-24). Pero a nosotros el diablo y los demonios nos han robado por el pecado, no los ídolos, sino el Dios vivo y verdadero; pecando, perdemos a Dios como benignísimo padre, maestro, amigo y todo nuestro bien, cuando el diablo se apodera de estas potencias y las lleva hacia abajo, a la concupiscencia de la carne y sus vicios, a la lujuria, a la gula, a la avaricia, a la soberbia y ambición, a todo vicio y pecado. III. LA BELLEZA DE LA VIRGINIDAD DE MARÍA RESALTA FRENTE A LA PERVERSIÓN DE LA LUJURIA Y EL ADULTERIO 17 1. Las cosas opuestas, confrontadas entre sí, ganan en claridad, pues de un contrario se conoce mejor al otro 18 , v. gr. de la noche, la luz del claro día; de la enfermedad, la salud; de la pobreza extrema, 378 BERNARDINO DE ARMELLADA 17 Homilía en el sábado del tercer domingo de cuaresma en: Sancti Laurentii a Brundusio, Opera omnia , vol. V/2: Quadragesimale secundum , pars II, Patavii 1939 (492 pp.) pp. 286-290. 18 Es un viejo axioma filosófico al que se ha recurrido, entre otras disculpas, para justificar en lo posible la existencia del mal. Ya San Agustín escribió: «Aun lo que llama- mos mal en el mundo, bien ordenado y colocado en su lugar, hace resaltar más eminen- temente el bien» ( Enchiridion, c.11, n.3; ML 40, 236; Obras completas de San Agustín, IV, [BAC, Madrid 1948] p. 475). San Buenaventura, después de citar el texto agustiniano, se explica así: «Ad decorem faciunt mala... ratio oppositi... sicut opposita iuxta se posita magis elucescunt» ( In I Sent ., d. 46, q.u., q.VI, concl.; I, (33b). Santo Tomás no olvida ese principio: «Scientia Dei non est causa mali; sed est causa boni, per quod cognoscitur malum» ( STh , I, q.14, a.10, ad 2). Figura en el libro de G. Reeb, Thesaurus Philosophorum seu distintiones et axiomata philosophica , Brixinae 1871, p. 218.

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