NG200502004
simo y de entrañas llenas de ternura ama al hijo único, bellísimo, agraciadísimo, dechado de toda virtud, obedientísimo a la madre y su bienhechor sumo y mayor amante. Con este inefable amor amó la Virgen Santísima a Dios, porque Dios se hizo su verdadero hijo. ¿Quién, pues, podrá alguna vez decir cuál y cuánta fue la caridad de María, su amor a Dios? Ave, llena de gracia . A la caridad suma se le debe suma gloria. María superó en cari- dad a toda la caridad tanto de los hombres como de los ángeles: amó a Cristo su hijo, verdadero Dios y verdadero hombre; por eso su gloria en el cielo está por encima de toda gloria, sea de los hom- bres sea de los ángeles: Resplandeció su rostro como el sol; Mujer vestida de sol . Justamente se dice que la luna está bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza . Por la luna se entiende la jerarquía eclesiástica, pues la Iglesia, comparada con Cristo, es como la luna para el sol de justicia (cf. Ml 4,2). A su vez la corona de doce estre- llas significa toda la jerarquía angélica, pues los Ángeles en el cielo son astros celestiales a manera de los doce signos del zodíaco. Pues todos los ángeles en el cielo son asistentes o servidores: Miles de millares le servían, miríadas de miríadas estaban en pie delante de Él (Dn 7,10). En la gloria hay dos partes perfectas; por ello estas dos tropas de ángeles están señaladas en Isaías por dos Serafines, cada uno de los cuales tenía seis alas (Is 6,2). Precisamente el número seis es el primero de los perfectos 14 . Y aquí está el número doce de las estrellas que hacen de corona a la bienaventurada Virgen, esto es, honrándola como Reina y Señora, con la particularidad de que tanto la luna bajo sus pies como las estrellas en la cabeza reciben toda su gloria de la misma Virgen Santa, como todos los astros reci- ben del sol toda su luz. Es por lo que se dice vestida del sol , pues por Cristo nacido de María son glorificados todos los ángeles y san- tos en el cielo. ¡Oh gloria de la Santísima Virgen realmente infinita! Resplande- ció su rostro como el sol . Ciertamente todos los justos brillarán como el sol en el paraíso, como lo dice Cristo: entonces los justos resplan- decerán como sol en el reino de su Padre (Mt 13,43). ¿Qué habrá que LA VIRGEN MARÍA EN TRES SERMONES DE SAN LORENZO DE BRINDIS 375 14 Cf. Ludovicus Caelius, Lectionum antiquarum libri XXX, Lugduni, apud S. Honoratum, 1560; lib. 22, cap. 11, col. 1239s.
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