NG200502003

ción vital, un llenar de comprensión, vivencia y experiencia la reali- dad. No es el sentido de las proposiciones científicas susceptibles de verificación empírica, porque ese es el sentido propio de la ciencia –y con la que ha de lidiar la filosofía de la ciencia que algunas veces encerrado en su positivismo o verificacionismo impide su propio obrar 15 –. Confundir estos planos es aplicar filosofía de la ciencia a la religión. Con ello queremos apuntar que no ha de fusionar ni tender puentes con otras instancias confundiendo el auténtico carácter de interdisciplinariedad que tiene. Esto ocurre cada vez que la filosofía indaga en la significación de la profunda realidad de las diversas realidades, en especial en lo que concierne a la religión; basculando entre teología natural y una filosofía de la religión, tal y como se ori- ginó en tiempos ilustrados en los que se intentaba, como señala Fraijó, “reconducir la religión «enteramente» a los dominios de la razón” 16 . La pregunta por el sentido es general, pero no es lo mismo dotar de sentido al lenguaje con el que accedemos a la realidad y la expresamos, que intentar entender la realidad. A partir de aquí no niego que esta búsqueda antimetafísica de la realidad sea útil en el campo de la reflexión científica del lenguaje que se utiliza para hablar del “cómo” de la realidad; pero es insuficiente para la cues- tión, también al menos tan filosófica, que apunta a la realidad en cuanto más allá de las cosas reales, pero a partir de ellas. En este sentido, y hablaremos de ello más tarde, la filosofía de la religión apunta al quehacer más general de la filosofía 17 . Buscar el sentido ¿”DIOS” COMO OBJETO DE ESTUDIO DE LA FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN? 337 15 Como bien explican R. Harré y J. M. Sagüillo: “De acuerdo con el principio de verificación, la oración “Dios existe” tiene sentido si es posible dar un método para efectuar una verificación o una falsación de la proposición que dicha oración expresa. Si un hombre religioso dice que hay algunas regularidades dentro de la naturaleza que constituyen evi- dencia suficiente para efectuar una prueba de que Dios existe, el sentido de esta oración es nada más que el que estas regularidades existen. Si este hombre insiste todavía en que Dios existe, Ayer dice que esta oración no tiene sentido porque no existe un método para verifi- car o refutar la proposición expresada por la oración... Para creer que Dios no existe o para que podamos desarrollar ahora una prueba de que existe o no, estas palabras deben tener un sentido” ( El movimiento anti-metafísico del siglo veinte (Madrid 2000) 45. Cf. A. J. AYER, Lenguaje, verdad y lógica (Barcelona 1985). Sobre la teoría verificacionista, cf. V. MUÑIZ, Teorías del lenguaje en la expresión religiosa (Mantecasino 1975) 65-99. ID., Introducción a la filosofía del lenguaje II. Cuestiones semánticas (Barcelona 1992) 45-71. 16 M. FRAIJÓ, A vueltas con la religión (Estella 1998) 7. 17 En este sentido J. Ferrater Mora ha definido la filosofía de la religión señalando que “no es una parte de la filosofía, como puede serlo la óptica de la Física. Es la filosofía

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