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que era hermana de Isaac (cf. Gn 26,7-9). Las mujeres, en efecto, delinquen muy frecuentamente con la lengua: Si alguno no cae hablando, es un hombre perfecto (St 3,2). Pero la Santísima Virgen jamás pecó ni con la boca ni de corazón ni siquiera lo más leve- mente posible; antes bien, fue siempre virgen purísima en la mente y en el cuerpo: He aquí que una virgen está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (Is 7,14). 3. ¡Cosa realmente admirable! He aquí que el Señor mismo va a daros una señal (Is 7,14), milagro nunca visto en parte alguna: Antes de tener dolores dio a luz, antes de llegarle el parto dio a luz un varón. ¿Quién oyó tal? ¿Quién vio cosa semejante? (Is 66,7-8). Milagro mayor que cualquier otro milagro que pudiera darse en la tierra o en el cielo: Pide para ti una señal de Yahveh tu Dios en lo profundo del seol o en lo más alto (Is 7,11). Temía Ajaz rey de los Judíos al rey de Siria, que, reunido el ejército, iba contra Jerusalén para destruirla. Pero el Señor le envió a Isaías para decir que no temiera, porque el rey de Siria no podría destruir la ciudad y el reino de los Judíos, ofreciendo como signo de la certeza de esta promesa divina que pidiera un milagro en el cielo o en la tierra; en el cielo, como fue el de Josué (Jos 10-12-13), en la tierra mediante la resurrección de un muerto, u otro cualquier (milagro). Mas, puesto que Ajaz no quiso en absoluto pedir nada, por eso dice Isaías: Oíd, pues, casa de David...: el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, etc. (Is 7,12- 14). Porque, dijo, la casa de David no puede ser en modo alguno totalmente destruida y despojada, como pretende el rey de Siria. Antes, dijo, una virgen concebiría y daría a luz un hijo, que sea Emmanuel, Dios con nosotros (Mt 1,23), hombre y Dios al mismo tiempo: He aquí una virgen hinneh ha’almah , he aquí que esa vir- gen está encinta y dará a luz un hijo, y su nombre será Emmanuel: cuajada y miel será su alimento ; será dichoso, pues leche y miel sig- nifican la felicidad de la tierra de promisión y la bienaventuranza del paraíso, sabiendo él mismo reprobar el mal y elegir el bien (Is 7,14- 15) por la ciencia de la visión divina, de la que gozó en el instante de su concepción. Aunque estas cosas signifiquen también por su misma naturaleza, la dulcísima benignidad, clemencia y bondad; en la abeja hay miel y aguijón, en la leche cuajada y queso: en Dios misericordia y justicia: Cristo iba venir lleno de suma misericordia LA VIRGEN MARÍA EN TRES SERMONES DE SAN LORENZO DE BRINDIS 381

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