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luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza (Ap 12,1). Vestido con luz solar apareció hoy Cristo, con luz solar aparece también María, porque es semejante la gloria de ambos: Mujer vestida de sol , es decir, dotada de la más excelente gloria del paraíso celeste; pues en el cielo no hay nada más excelente y glo- rioso que este sol. Y Cristo y María están dotados de la gloria exce- lentísima del paraíso. Cristo, como Hijo de Dios, y María, como Madre de Dios. ¡Oh gloria infinita! ¡Mujer vestida de sol! Resplande- ció su rostro como el sol . Cristo fue dotado por Dios de tal y tan grande gloria, porque es el Hijo único de Dios: Éste es mi Hijo dilecto, en el que me he complacido . Y la Virgen María es igualmente hija única de Dios: ¡Qué lindos son tus pies en las sandalias, hija de príncipe! (Ct 7,2). 4. La gloria del paraíso la da Dios según la medida de la gracia y de la caridad, como se da la retribución al trabajador según el mérito de su trabajo. Esto lo enseñó Cristo en la parábola de la viña del padre de familia, que salió de mañana a contratar obreros para su viña (Mt 20,1). Aunque uno superara a otro en buenas obras, pero sin estar dotado de mayor caridad, no recibiría gloria mayor. Por eso a todos los trabajadores se les dio un sueldo igual, pues, aunque no fueron iguales en el trabajo, sin embargo sí lo fueron en la voluntad de trabajar (cf. Mt 20,8-15). Mas quien estuviera dotado de mayor y más perfecta gracia y caridad, conseguiría ciertamente una gloria mayor, como lo enseñó el mismo Señor en la parábola de los cinco talentos y las diez minas (cf. Mt 25.14-30; Lc 19,12-26). Es por lo que dice: En la casa de mi Padre hay muchas mansiones (Jn 14,2). También Pablo enseña que como una estrella ... difiere de otra estrella en claridad , y como una es la claridad del sol, otra la clari- dad de la luna y otra la claridad de las estrellas (1Co 15,41), así será en la gloria de los Santos. La Virgen concretamente es proclamada llena de gracia: Ave, llena de gracia , agraciada por excelencia: pues has hallado gracia ante el Señor (Lc 1,30); Bendita tú entre las mujeres (Lc 1,28), es decir, más que todas las mujeres. Esto es lo que leemos en el Cantar de los Cantares: Sesenta son las reinas, ochenta las concubinas, e innumerables las doncellas. Única es mi paloma, mi perfecta. Ella, la única de su madre, la preferida de la que la engendró. Las doncellas que la ven la felicitan, reinas y concubinas la elogian. ¿Quién es ésta LA VIRGEN MARÍA EN TRES SERMONES DE SAN LORENZO DE BRINDIS 371
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