NG200502003

Cristo hubiera sido desde la eternidad el ejemplar de todos los pre- destinados. Ahora bien, un ejemplar precede necesariamente al edi- ficio o a cualquier edificación de la que sea ejemplar. Pero si Cristo fue predestinado como dice Pablo: Predestinado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad (Rm 1,4) 11 , no fue ciertamente predestinado en cuanto Dios, sino como hombre, ya que Dios es el que predestina, no el predestinado. Pero si lo fue en cuanto hom- bre, lo fue como hijo de María. Por lo que necesariamente María fue predestinada con Cristo, y si Cristo tiene el primer puesto en la pre- destinación, María tiene el segundo. Así Eva, tomada de la costilla de Adán, fue formada semejante a él. María es predestinada en la gracia de Cristo y, de tal manera, que fuera digna Madre del Hijo de Dios. Fue también semejante a Él en la vocación. Pues la vocación no es otra cosa que la atracción divina del libre albedrío hacia Dios. Cristo, en el primer instante de su concepción fue llamado, atraído y unido por medio del libre albedrío con Dios en unidad indisoluble e inseparable. También en el primer instante de su concepción Cristo fue justificado y santificado, lleno de toda gracia: Al que el Padre santificó y envió al mundo (Jn 10,36). Así también María en el pri- mer instante de su concepción fue llamada, justificada, santificada, formada como Eva semejante a Adán, sin mancha alguna de pecado, llena de toda gracia del Espíritu Santo. Por eso el Ángel la encontró llena de gracia: Salve, llena de gracia (Lc 1,28). ¡Toda her- mosa eres, amiga mía, no hay tacha en ti! (Ct 4,7). En consecuencia, habiendo sido la Virgen Santísima siempre semejante a Cristo en la naturaleza y en la gracia, así lo es en la glo- ria del cielo, en el paraíso: A tu diestra está la reina, vestida con el oro de Ofir (Sal 45,10). Por eso, del mismo modo que el rostro de Cristo y todo su cuerpo resplandecieron hoy como el sol, así tam- bién leemos que la Bienaventurada Virgen fue vestida del sol: Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la 370 BERNARDINO DE ARMELLADA 11 Qui praedestinatus est Filius Dei (‘tou horisthentos’ - constituido Hijo de Dios): S. Lorenzo, igual que Escoto, lo entiende como “predestinación de Cristo, Hombre-Dios, a la suma gloria que le corresponde en virtud de la unión hipostática. Hoy se interpreta como la manifestación plena de la filiación divina en Cristo a partir de la resurrección. (Véase, sin embargo, R.Rosini, Il Cristocentrismo di Giovanni Duns Scoto e la dottrina del Vaticano secondo , Roma 1967, p. 20ss).

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