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doble aspecto de la caridad; en ambos aspectos era perfectísima, decuplicada; los méritos de las virtudes cardinales eran ciento por ciento: Lo que cayó en tierra buena... en el corazón... óptimo..., nacido, dio el fruto centuplicado (Lc 8,8-15). Después, durante tres años de navegación le reportó a Salomón, desde Ofir y desde la India, el oro de la divina sabiduría, la plata de la divina inteligencia, el marfil de la divina continencia, los monos significando la imita- ción de todas las virtudes divinas y ejemplares, los pavos como adornos de todas las virtudes. A esta nave la acompañaba la nave de Jiram: Siempre acompa- ñaba a María la gracia de Dios viviente y excelso y la custodia de los Ángeles. ¡Maravillosa nave! Es como nave de mercader que de lejos trae su provisión (Pr 31,14). Ave, llena de gracia (Lc 1,28). Esta nave es la evangélica, en la que hoy se encuentran por primera vez todos los Apóstoles de Cristo, y finalmente el mismo Cristo sube a esta nave (cf. Mt 14,32; Mc 6,51). En María, antes de la encarnación se encontraban todos los dones del Espíritu Santo, toda gracia divina y, finalmente, el mismo Dios sube a esta nave por la encarnación. 5. Sube Cristo a esta nave mientras se hallaba en medio del mar , en el curso de la vida: siendo la Bienaventurada Virgen de edad adulta, se encarnó en ella el Hijo de Dios. Y entonces real- mente esta nave era batida por las olas cuando Cristo subió a ella; pues cuando oyó el saludo insólito del Ángel, se turbó (Lc 1,29), y estando desposada por disposición de los parientes con el varón José (cf. Lc 1,27), con muchas olas estaba azotada esta nave, ya que su deseo era conservar la virginidad perpetua de espíritu y cuerpo para ser santa en el cuerpo y en el espíritu (1Co 7,34). Efectivamente, la nave en el medio del mar era sacudida por olas ingentes: muchas angustias y tribulaciones tuvo que pasar en este mundo la Virgen Santísima, cuando fue descubierta encinta por el varón (cf. Mt 1,18- 19), cuando no había para ellos sitio en la posada (Lc 2,7), cuando fue forzoso huir a Egipto (cf. Mt 2,13-14), cuando apenada buscó a Cristo durante tres días (cf. Lc 2,42-48), cuando en la pasión y muerte de Cristo una espada de dolor traspasó su alma (cf. Lc 2,35; Jn 19,25-27). Sólo después, en la gloriosa resurrección de Cristo, cesó la tem- pestad y fue llena de todo consuelo. Y, finalmente, esta nave llegó a la tierra de Genesaret . Genesar se interpreta paraíso o jardín del 364 BERNARDINO DE ARMELLADA

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