NG200502003
miserias de esta vida, fue asunta a la gloria del paraíso 3 . De modo similar la nave evangélica de hoy, después de las tormentas sufridas durante toda la noche, al llegar el día goza de una gran tranquilidad con la presencia, gracia y virtud de Cristo (cf. Mc 6,51). Al atardecer, estaba la barca en medio del mar y Él, solo, en tie- rra. Viendo que ellos se fatigaban remando, pues el viento les era con- trario (Mc 6,47-48). 2. Contemplo hoy el arca de Noé en medio de las aguas del diluvio agitada por las olas (cf. Gn 7,17-18); contemplo la nave de Jonás a punto de naufragar en el mar (cf. Jon 1,4); veo la nave de Salomón navegando (cf. 1R 9,26 ss). Era una nave en medio del mar, no como el arca de la alianza del Señor en medio del río Jordán, cuyas aguas se habían convertido entonces en hielo durísimo a modo de montes de cristal (cf. Jos 3,13). Era más bien una nave en medio del mar, dice Marcos (6,47). Navecilla... en medio del mar, azotada por las olas, pues el viento era contrario, dice Mateo (14,24). Soplaba un fuerte viento y el mar comenzó a encresparse, dice Juan (6,18). Esta nave designa a la Santa Iglesia, que es el arca de Noé, arca de salvación, fuera de la cual no puede haber salva- ción verdadera 4 . A veces en la Sagrada Escritura, con el símbolo y jeroglífico de una nave, se significa al mismo Cristo, como cuando Salomón dice: 360 BERNARDINO DE ARMELLADA 3 Dice S. Lorenzo en otro lugar: «La Iglesia, por inspiración y aliento del Espíritu Santo, celebra... la admirable y gloriosa Asunción de la Virgen al cielo en alma y cuerpo, a pesar de que nada de ello se diga en la Sagrada Escritura» ( Marial , trad. esp., p. 535). 4 San Lorenzo se expresa con los mismos términos de los concilios Lateranense IV (DH 802) y Florentino (DH 1352). En realidad se afirma que la necesidad de la Iglesia, como la necesidad del Bautismo, equivale a la necesidad de la salvación por Cristo, único mediador entre Dios y los hombres. No hay una salvación paralela independiente de Cristo y de la Iglesia, que es su Cuerpo. No se niega la posibilidad de salvación para los que objetivamente no pertenecen a la Iglesia Católica, sino que se afirma que es a partir de ella como llega la gracia divina a todos los hombres de buena voluntad. La const. Gau- dium et Spes subraya con firmeza que la explicación del misterio del hombre, radicada como está en el misterio del Verbo Encarnado, «no vale solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón opera invisible- mente la gracia. Cristo, en realidad, ha muerto por todos y la vocación última del hombre es efectivamente una sola, la divina, por lo que debemos sostener que el Espíritu Santo da a todos la posibilidad de llegar a contactar, del modo que Dios conoce, con el misterio pascual» (GS 22). Cf. Conc. Vat. II, Ad gentes , n. 2; Catecismo de la Iglesia Católica , nn. 846-847; Declaratio “Dominus Iesus” , nn. 20-21: AAS 92 (2000) 761-762.
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