NG200502003
riencias religiosas culturales e históricas. El estudio sobre Dios desde la filosofía de la religión se hace así deseable a partir de la contingen- cia propia del hombre y de su acceso religioso, también, limitado (en unas experiencias religiosas más limitadas que en otras) 83 . Como ya señalamos antes, el carácter “fronterizo”, la “ontología del ser” de E. Trías, la realidad numinosa experimentada... nos lleva con frecuencia, en tanto que filosofía, a Dios, pues como dice Buber “toda gran religiosidad nos muestra que la realidad de la fe significa vivir en relación con el Ser «en el cual se cree», esto es, el Ser abso- luto, incondicionalmente afirmado” 84 . Cosa similar pasa en el len- guaje del primer Wittgenstein en el que lo místico-religioso implica una llamada a la totalidad que nos lleva a una simetría identitaria de las grandes cuestiones metafísicas. El preguntarse, así, sobre el sen- tido de la vida 85 nos lleva a esta identificación 86 . Por otra parte, la realidad “Dios” (dioses, divino) hace inevitable o deseable un análisis filosófico del hecho que es religioso. En este sentido, cabe rechazar las simplificaciones que se manifiestan al analizar y pensar desde las distintas religiones, monoteístas y orientales, que lo divino y Dios están diferenciados, de modo que lo divino pertenecería a la religión “natural”, y el tema de Dios se reduciría al ámbito de la religión “revelada”. Es difícil y comprometido establecer simplificaciones. Así, esta distinción es irrelevante y carente de sentido en religiones como el hinduismo y, sin embargo, es esencial en el budismo, pues se trata ¿”DIOS” COMO OBJETO DE ESTUDIO DE LA FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN? 357 83 “No hay, pues, que partir de la idea de que filosofar sobre Dios debe consistir, en primer lugar, en olvidarse de las religiones, dando por entendido que no hay religión histórica concreta que no sea una aproximación errónea a su peculiar objeto” (M. A. GARCÍA BARÓ, ¿Dios problemático? , en Arbor 171 (2002) 666. Cf. J. MARTÍN VELASCO, O. c. 84 M. BUBER, Eclipse de Dios (México 2 1995) 55. 85 “Creer en un Dios significa comprender la pregunta por el sentido de la vida. Creer en un Dios significa captar que con la facticidad del mundo no todo está liquidado. Creen en Dios significa captar que la vida tiene sentido” (L. WITTGENSTEIN, Schriften I (Frankfurt a. M. 1960) 166ss.). 86 Señala Javier Sádaba, interpretando a Wittgenstein, que “Es en los diarios, como indicamos, donde encontramos una idea más perfilada de lo que entendió por Dios. Digamos, no obstante, que cuando Wittgenstein quiere expresarse religiosamente es cuando usa la palabra Dios. Más aún, cuando habla de religión suele referirse a alguna religión positiva concreta. ¿Qué es Dios para Wittgenstein? Dios es lo mismo que el sen- tido de la vida. Y el sentido de la vida es idéntico al sentido del mundo” (J. SÁDABA, Filo- sofía y religión en Wittgenstein , en M. FRAIJÓ (ed.), O. c. , 518).
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