NG200502003

que el hecho de que haya una relación no implica que tengan que reducirse a una sola disciplina. La respuesta al problema de la manifestación del mal –presente en la vida del hombre que toma conciencia de su existencia en tanto que cuestionamiento de la racionalidad y la convicción religiosa y, en especial, de la divinidad– es materia propia de la teodicea. Pero la experiencia de finitud que el mal provoca en el hombre y su lla- mada constante a la apertura del sentido en cuanto que estremece y acaece como Misterio, nos invita ha divisarla desde la filosofía de la religión. Como Manuel Fernández del Riesgo afirma, citando a J. Martín Velasco: “Parece, pues, que es «la experiencia de la finitud vivida como insatisfactoria», lo que lleva al hombre a trascenderla mediante su actividad simbólico-religiosa” 70 . Sin embargo, esta observación no creo que sea del tipo de la teodicea, sino de la filo- sofía de la religión. Reconociendo una gran dificultad en saber dis- cernir ambos terrenos (teodicea y filosofía de la religión), a partir de lo expuesto, podemos decir que cuando el análisis se centra en indagar el sentido religioso que provoca el mal, más que en la justi- ficación que demanda, nos movemos en el ámbito de la filosofía de la religión. Si, por el contrario, intentamos fijarnos en la justificación de lo sagrado nos movemos en el espacio de la teodicea. Desde el primer punto de vista –la filosofía de la religión–, se desenvuelve más un camino de investigación desde la manifestación del Miste- rio. Desde el segundo punto de vista –la teodicea–, la atención se dirige hacia las pruebas de la existencia de lo divino 71 . En la teodicea hay una posición previa de creencia divina que la hace acercarse a la teología natural o filosófica. Del mismo modo, existe una defensa del sentido y su precisión que la vincula a la filo- sofía de la religión. Ambos, filosofía de la religión y teodicea, se pueden complementar, pero no han de confundirse, aunque resulte 354 MANUEL LÁZARO PULIDO 70 M. FERNÁNDEZ, La muerte humana y las teodiceas religiosas , en M. ÁLVAREZ (ed.), Pluralidad y sentido de las religiones (Salamanca 2002) 231. J. MARTÍN VELASCO, Dios en la historia de las religiones (Madrid 1985) 37. 71 Las pruebas sobre Dios han sido clásicamente denominadas “vías” con mucho más acierto, pues ponen de relieve, al menos, dos realidades de las mismas. Primero, su carácter de manifestación, orientativo más allá de ser demostrativo. Segundo, el carácter justificativo, creo alejado de la primera intención, y que entraría ya en el ámbito de la teo- dicea.

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