NG200502003
humana, domada por el cientificismo. La racionalidad filosófica ha perdido, a su vez, el sitio, pues termina identificándose con la utili- zación lógico-matemática que necesita la ciencia para funcionar. Pero este escenario de hecho no puede anular la estructura del ser humano que vive y experimenta situaciones y conflictos que superan la realidad (y la ficción) científica. Ante la incapacidad de la filosofía de dotar de sentido a lo real y el uso restrictivo que la cien- cia hace del sentido, el hombre se ve abocado a buscar soluciones que no siempre son las más adecuadas y apropiadas 27 . Por ejemplo, la fe como estructura que se sitúa en la frontera del sentido de la realidad, se aplica a la ciencia, cuyo discurso del sentido se hace aparentemente más palpable. Además, la ciencia ejerce en el hom- bre cotidiano un ejercicio de lenguaje oscuro y mistérico que unido al pretendido método clarividente y simple, provoca el espejismo de la unión de las dos orillas: el fundamento de la realidad y la explica- ción de las distintas realidades. Otra opción supone un rechazo de la ciencia y la asunción del fideísmo como respuesta ante la “alergia” vital que provoca el cienti- ficismo. La “gracia” inunda la filosofía como un a priori que incita a no pocos y justificados recelos. El estudio de la filosofía de la religión nos permite volver a situar la propia función filosófica cubriendo ese abismo artificial entre la pregunta legítima por las realidades que preocupan al hom- bre y el fundamento de su realidad, lugar donde, para algunos auto- res, aflora la religión concebida como interpretación del sentido entre experiencia y fundamentación última 28 . La filosofía cuestiona, así, el sentido de las realidades y el estudio (método...) de las cosas reales. Pero, fundamentalmente, desde el terreno existencial, vital, personal... se sitúa en la realidad que se muestra, que aparece de ¿”DIOS” COMO OBJETO DE ESTUDIO DE LA FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN? 341 27 Esta dualidad y dificultad de encuentro lo ponía de manifiesto el físico W. Hei- senberg respecto de las consideraciones éticas que, como hemos señalado antes, es un campo que deriva del sentido: “el pensamiento religioso no puede racionalmente poner en duda los resultados científicos correctamente comprobados; y, al contrario, las exigen- cias éticas que brotan del núcleo del pensamiento religioso no deberían ser debilitadas por los argumentos excesivamente racionales venidos del campo de la ciencia” (W. HEI- SENBERG, Verdades científicas y verdades religiosas , en K. WILBER (ed.), Cuestiones Cuánticas (Barcelona 1986) 74). 28 U. BARTH, Religion in der Moderne , (Tübingen 2003).
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