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de placer, que están privados no sólo de la luz de la caridad y de la justicia sino también de la razón, sin conciencia, sin sindéresis, sin naturaleza racional, peores que las bestias y animales, más necios que los asnos en los que no hay entendimiento, no queriendo de los negros más que el trabajo y no reclamando más que su ganancia temporal, por todos los medios lícitos e ilícitos” 29 . Si la imposibilidad de reducir a servidumbre parece algo patente, con más motivo cuando se refiere a los cristianos com- prando a otros cristianos. De éstos dirá que faltan contra todo dere- cho divino, prevaleciendo el abuso y la corruptela sobre su condi- ción de hijos de Dios. No cabe duda que Epifanio de Moirans, va entretejiendo una fina tela en la que todo el paño está armado con la única intención de probar la libertad de los bozales. En honor a la verdad, tenemos que afirmar que Moirans acepta en un único caso la servidumbre, y es aquél referido a los enemigos de la Iglesia, entre los que lógicamente no se encuentran los negros: “los cristianos pueden tener como esclavos a quienes pecan contra la Iglesia y son enemigos de los hijos de la Iglesia, como turcos y moros y todos mahometanos enemigos de la Iglesia; pero no de su gente y de gente que no son enemigos de ellos. Pero los negros no son enemigos de los cristianos; es más, muchísimos son cristianos. Luego no pueden los cristianos hacerlos esclavos; con mucha más razón no pueden apresarlos con engaño, fraude, rapiña, ni comprar- los injustamente y contra el derecho natural por quienes adquieren negros, como ocurre hoy” 30 . La conclusión de este tercer capítulo es que, los cristianos de las Indias que compran, venden o retienen y poseen esclavos, pecan mortalmente 31 , concretando esto en tres conclusiones sintéticas: “1. Nadie puede comprar y vender a ningún negro de África. 2. Todos los que poseen a alguno de ellos están obligados a liberarlo, bajo pena de condenación eterna. 3. Al liberarlos, los amos tienen la obligación de restituirles sus trabajos y entregar el precio” 32 . 294 MIGUEL ANXO PENA 29 Ibid ., n. 40. 30 Ibid ., n. 43. 31 Cfr. Ibid ., n. 44. 32 Ibid ., n. 47.

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