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entendemos que Kant estuviera atormentado por un ‘dolor tantá- lico’, ya que por su deduccionismo apriorístico evitaba toda la armo- nía entre elementos sensibles y espirituales” 68 . Frente a una separación operada por una razón abortada y una simbólica insuficiente, la capacidad creadora de la razón que no excluye el sentimiento y entiende la vía simbólica como alcance del objeto que provoca belleza y sublimidad, amplía el campo de com- prensión auténtico de la realidad. La reducción simbólica amplía el horizonte. Como acertadamente escribe López Quintás: “Esta reduc- ción violenta de realidades con que el hombre debe entreverarse cre- adoramente para desplegar su personalidad hace imposible el encuentro y destruye de raíz la creatividad humana. Tal destruc- ción se hace más radical todavía si se deprecian las cualidades humanas que hacen posible el encuentro: la apertura de espíritu, la sencillez, el afán de colaboración, la fidelidad creadora… Algún pensador fustigó estas actitudes y las motejó de «virtudes de esclavos», con el fin de minar el prestigio del Cristianismo. Olvidaba que no se trata sólo de virtudes cristianas, sino de las actitudes exigidas por toda actividad creadora. La creatividad funda unidad entre el hom- bre y cuanto le rodea. Al perder la capacidad creadora, el hombre se aísla del entorno y entra en una soledad sombría, destructora de vínculos ” 69 . El intento kantiano ha dejado huella en la interpretación de la filosofía de la religión. Juan De Shagún recuerda como “Las verda- des religiosas no son más que expresiones simbólicas de la natura- leza racional y moral del hombre. Más que manifestar realidades superiores distintas, promueven la auto-revelación de la misma razón sin apoyaturas ni referencia alguna a fuentes heterogéneas de conocimiento” 70 . Por eso al intento automanifestante kantiano nece- sita de un símbolo enriquecedor y una razón no encorsetada e inte- lectualista que pueda desarrollar —sin caer en la imaginación y la superstición, pero sin desdeñar la capacidad imaginativa y trascen- dente del hombre— el objeto religioso. La filosofía de la religión se desarrolla más en su intento fundante de entender el hecho religioso 198 MANUEL LÁZARO PULIDO 68 E. SCHADEL, El «dolor tantálico» de Kant , O. c. , 147. 69 A. LÓPEZ, Cuatro filósofos, O. c. , 28-29. 70 J. De SHAGÚN, Fenemenología y Filosofía de la religión (Madrid 1999) 9.

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