NG200501003

favor de una libertad responsable. Hemos llegado a una época de máxima individualización de los comportamientos. No faltan los análisis ilustrativos de este “individualismo” contemporáneo. Muchos lo han confundido con demasiada rapidez pura y simple- mente con el egoísmo, es decir, con una manera de centrarse en uno mismo y la propia felicidad en detrimento del servicio a los demás y la preocupación por ellos. Y, por supuesto, es verdad que este indivi- dualismo tiene un aspecto narcisista, por estar impulsado por reivin- dicaciones que se orientan cada vez más hacia la libertad y la felici- dad individuales, resultado casi inevitable de la sociedad de consumo. Es a la vez, una prolongación normal de la democracia y su peor enemigo, en el sentido de que tal estado de ánimo sólo puede suscitar apatía. El potencial creativo del individuo se encuentra en muchos aspectos anestesiado. Cada persona busca ante todo espacio de tranquilidad personal. La sociedad ya no es, pues, un taller en el que cada cual aporta sus recursos de autonomía creadora, sino que se convierte en un abrigo y un refugio a los que no se pide más que protección. La democracia, cuyos procedimientos ya no sirven más que para reafirmar la garantía de seguridad, se vacía inevitable- mente de su sustancia viva” 8 . Al lado del aspecto de la democracia que denominamos cam- bio y más técnicamente inculturación, debemos poner el de la con- tratación o consenso, meta lograda mediante la votación o interven- ción de las mayorías y de las minorías, porcentajes o situaciones ambos que también tienen su repercusión dentro de la Iglesia y de la vida consagrada. No se corre aquí el riesgo ni el peligro de tira- nías y totalitarismo como aquellos a los que han dado origen y con- ducido las democracias con voto mayoritario sin la salvaguardia de unos valores permanentes. En la Iglesia parece, pues , que no se corre el peligro del totali- tarismo, ya que la fuerza de la mayoría de votos encuentra siempre su límite en los valores permanentes que constituyen el mensaje evangélico. No nos preocupamos ni detenemos en el delicado tema del peligro que representan en el campo político las mayorías abso- lutas sin el control de una ética o valores permanente. 140 SATURNINO ARA 8 Ib., 11-12

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