NG200501003

cia ? 3 , donde escribe: “Si vamos a definir la democracia de manera “irreal”, no encontraremos nunca “realidades democráticas”. Y, a veces, cuando declaremos “esto es democracia” o ”esto no lo es”, que- dará claro que el juicio depende de la definición o de nuestra idea sobre qué es la democracia, qué puede ser o qué debe ser. Si definir la democracia es explicar qué significa el vocablo, el problema se resuelve rápido; basta saber un poco de griego: la pala- bra significa, literalmente, poder (kratos) del pueblo (demos). Pero habremos resuelto sólo un problema de etimología: únicamente se ha explicado el nombre. Y el problema de definir la democracia es mucho más complejo. EL término democracia está para algo . ¿Para qué? El que la palabra “democracia” tenga un preciso significado literal o etimológico, no ayuda para nada a entender a qué realidad corresponde ni cómo están construidas y funcionan las democracias posibles. No nos ayuda porque entre la palabra y su referencia, entre el nombre y el objeto, el paso es larguísimo. Ya que el significado literal del término corresponde poco y mal a su referencia, ¿cómo remediar esto? A primera vista puede parecer que la solución es fácil. Si es verdad que la dicción nos desvía, ¿por qué denominar las cosas con etiquetas que no corresponden?. Se ha constatado que las democracias son de hecho “poliarquías”. Admi- tida la afirmación como exacta, ¿por qué no llamarlas así? La res- puesta es que aun cuando el término “democracia” no nos sirve para fines descriptivos, es necesario para efectos normativos. Un sis- tema democrático es ubicado por una deontología democrática, y ello porque la democracia es y no puede ser desligada de aquello que la democracia debería ser . Una experiencia democrática se desarro- lla a horcajadas sobre el desnivel entre el deber ser y el ser, a lo largo de la trayectoria signada por las aspiraciones ideales que siempre van más allá de las condiciones reales. De ello se deriva que el problema de definir la democracia se desdobla, porque, si por un lado la democracia requiere de una defi- nición prescriptiva , por el otro no puede ignorar la definición des- criptiva. Sin la verificación, la prescripción es “Irreal”; pero sin el ideal, la democracia “no es tal”. Detengamos nuestra atención sobre LAS NOCIONES DE LEY, IGUALDAD Y LIBERTAD EN LA LEGISLACIÓN… 137 3 G. SARTORI, ¿ Qué es la democracia? ( Madrid 2003).

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