NG200501003

Insisto, es bueno, muy bueno gozarse y alegrarse con las dife- rencias positivas que enriquecen al grupo, incluso por y con la exis- tencia de las desigualdades, pero no basta con este gozarse, sino que es necesario ser conscientes y constatar que en la realidad coti- diana cada uno tiene un peculiar modo de ser que va desde la igual- dad de origen, —Dios y unos padres—, a la diferenciación, a efec- tos del cultivo de unas cualidades personales que hacen posible la diversidad de funciones, gracias a la desigualdad que diferencia con y en la posesión de unos dones distintamente enriquecedores. Y esto debe convertirse en práctica de vida, la que permite la igualdad más tranquila, la igualdad social que Torqueville observaba en América y que Bryce entendía , como “igualdad de estima”. Mas, junto a la práctica de vida, respetuosa de la desigualdad, debe darse una legislación que exija y regule el descubrimiento de las cualida- des necesarias para poder ser, v. gr., en la vida consagrada, superior o animador del grupo, formador o educador en el período de for- mación inicial e incluso permanente, consejero en aquella especiali- dad que no suele ser la de gobierno, administrador, hoy más, cuida- dor de ancianos, siempre, promotor de vocaciones, etc. Una legislación democrática de vida consagrada deberá esfor- zarse por constituirse en un laboratorio de diálogo que permita afrontar y confrontar, —particular que merece un ensayo especí- fico—, las opiniones, ilusiones, diversas visiones y proposiciones creadoras provenientes de quienes se sienten, en respuesta a un espíritu democrático, actores decisivos y decididos de la necesidad de una actuación fiel al compromiso de seguimiento más cercano de Cristo, en clave de peculiar carisma, en empeño de servicio a la nueva evangelización, de encuentro ecuménico e interreligioso y de respuesta de aquella espiritualidad que incluye la realización de obras y servicios humanitarios y del trabajo de cercanía junto a quie- nes penan tras la búsqueda de lo sagrado y sufren la ausencia de Dios. El tema de la igualdad democrática en la legislación y práctica de la vida consagrada, planteado y visto en la nebulosa del mundo globalizado y enfocado desde la desigualdad y peculiaridad del don o llamada divina a una vocacional personal, nos lleva a recordar el modo y forma de tratamiento de la diferencia entre clérigos y laicos y de la diversa función a cumplir por unos y otros. La mentalidad 162 SATURNINO ARA

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