NG200501003

hecho facilitan la posibilidad de que se den leyes totalitarias, las propias de la fuerza del número que no atiende al límite que supo- nen los valores permanentes ni al respeto debido a las minorías. Esta misma Iglesia y desde siempre admite el recurso contra la norma o ley, incluso situación, que resultan perjudiciales o, dicho llanamente, suponen un peligro para el alma. Una comprensión de la ley, tal como es expuesta en una men- talidad democrática: instrumento de solidaridad, de cohesión, de superación de criterios egoístas e individualistas, de apertura a hori- zontes más amplios que los locales, etc, no cabe duda que podría ayudar a superar esa mentalidad que desgraciadamente aún preva- lece entre aquellos grupos de religiosos que no se sonrojan de con- traponer la ley al amor, la letra al espíritu libre de los hijos de Dios y al correcto sentir humano, aspecto que reflexionaremos en el apar- tado o punto tercero de este ensayo. Sin querer ser reiterativo, pero sabiendo que puedo serlo, no obstante no quiero dejar de insistir, no simplemente recordar, que una cultura democrática, es decir la propia de hombres y mujeres libres y de actualidad, acepta no solo con naturalidad sino con ele- gancia cívica la existencia de unas normas que ayudan a vivir y rea- lizar las actividad personal con conciencia de la existencia del otro y de sus derechos. Ve con buenos ojos la oferta de unas disposiciones que encaminan por las vías de la solidaridad espiritual y material, a las que el grupo se somete con el gozo que supone el poder partici- par a una empresa común. Con serenidad y buen sentido común se admite que las obras y los diversos comportamientos del grupo sean regulados por una normativa que busca afianzar la cohesión, evitar las actitudes caprichosas, egoístas e individualistas de personas que, a la vez que se presentan como desprendidas de lugares y de tiem- pos, excusan sus particulares apetencias caprichosas, egoístas e indi- vidualistas con la pretensión de aparecer creadoras y de iniciativa, negando esa misma capacidad de iniciativa creadora al resto del grupo. El grupo que decide democráticamente, a saber, en respeto al carisma, valor evangélico y fundamental para la vida del mismo, confiesa haber sabido y podido superar la prevención acomplejada y maniática de quienes buscan en las caducadas interpretaciones bíblicas una excusa para no aceptar la ley con la normalidad demo- 154 SATURNINO ARA

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