NG200501003

El n. 1950 nos hace saber que “La ley moral es obra de la Sabi- duría divina. Se la puede definir en el sentido bíblico, como una ins- trucción paternal, una pedagogía de Dios. Prescribe al hombre los caminos, las reglas de conducta que llevan a la bienaventuranza prometida; proscribe los caminos del mal que apartan de Dios y de su amor. Es a la vez firme en sus preceptos y amable en sus prome- sas”. El n. 1951 nos advierte: “La ley es una regla de conducta pro- clamada por la autoridad competente para el bien común. La ley moral supone el orden racional establecido entre criaturas, para su bien y con miras a su fin, por el poder, la sabiduría y la bondad del Creador. Toda ley tiene en la ley eterna su verdad primera y última. La ley es declarada y establecida por la razón como una participa- ción en la providencia de Dios vivo, Creador y Redentor de todos...” Respecto a la valoración que nuestro momento histórico hace de la ley, tal como es presentada y definida por la Iglesia, conviene tener presente dos actitudes que resultan, extrañamente, un tanto contrastantes: la de los no creyentes o ajenos a la Iglesia, positiva, la de los creyentes y, en particular, miembros de los Institutos de vida consagrada, negativa. Los no creyentes y ajenos a la Iglesia aprecian a esta Iglesia por su doctrina y por sus leyes que influyen de forma tan benéfica sobre la moralidad. Esperan de la Iglesia Católica que sus normas sean fac- tor de regeneración humanística en y para el mundo; que favorez- can la paz y la justicia entre los pueblos y los grupos sociales, que estimulen la generosidad hacia los más débiles, que ayuden a los países en vía de desarrollo, que apoyen la resistencia a las dictadu- ras opresivas, etc. Por su parte, los creyentes y, más en particular, los miembros de los Institutos de vida consagrada, con demasiada frecuencia, dan la impresión que desconfían de la doctrina y normas generales de la Iglesia y de las normas particulares de los Institutos religiosos. Adu- cen razones que hacen referencia a la oposición entre la ley y el espíritu, citan las actitudes anecdóticas de algunos de sus superiores y olvidan el anuncio del Antiguo Testamento en el que aparece Dios dictando la ley como señal de pacto que, en el caso de no ser cum- plido, conlleva el castigo. Incluso olvidan el anuncio del Nuevo Tes- LAS NOCIONES DE LEY, IGUALDAD Y LIBERTAD EN LA LEGISLACIÓN… 147

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