NG200501002

Los astros no poseen el ser en sí mismos, porque su existencia es compleja y disoluble, pero es necesario que vivan y obren de acuerdo con la grandeza de su ser, con el fin de manifestar en el espacio infinito la perfección de su causa y principio absolutos 12 . Aunque la unidad divina o sobrenatural como causa y principio pri- meros del universo esté más allá de la capacidad cognoscitiva humana, podemos considerarla en su efecto: el universo o unidad cosmológica 13 , y en la manifestación de esta unidad: los astros o cuerpos paradigmáticos del cosmos. La unidad divina es principio y causa del universo que lo concreta y determina en cuanto se con- creta y se determina a sí misma 14 . La unidad física del universo se fundamenta en la distinción metafísica entre Dios y el universo, y entre el universo infinito y el ser finito. Dios (inmanente y transcen- dente) es el principio que garantiza la estructura del universo, de su propia imagen. La filosofía debe ocuparse de la naturaleza, de la divinidad en el cosmos, y de la unidad del universo en su relación con la unidad divina, porque en la imagen de la divinidad, en el universo, gobiernan leyes divinas. El principio sobrenatural, el Dios transcendente, está más allá de los límites del conocimiento filosó- fico, pero éste comprende la unidad divina, deus in rebus , en la coincidencia de potencia y acto absolutos, de materia y forma uni- versales. Cuando Bruno entiende la divinidad como principio sobre- natural, no se mueve en el terreno filosófico sino teológico, y lo reduce a las mínimas proporciones sin constituir un aspecto fecundo de su filosofía, cuyo interés se centra en la identidad de Dios y el universo, en la manifestación de la unidad absoluta en el cosmos. 92 MONTSERRAT BARTOLOMÉ LUISES nifici astri e lampeggianti corpi, che son tanti abitati mondi e grandi animali ed ecce- llentissimi numi, che sembrano e sono innumerabili mondi non molto dissimili a questo che ne contiene;...”. Cf. la traducción de I. Gómez de Liaño en O. c. , 67. 12 Cf. G. BRUNO, O. c. , 229. 13 Según A. GUZZO ( O. c. , 83-84, notas 3-6), conocer in esse lo principiado y lo causado es conocer el principio y la causa que hace posible su existencia. Sin embargo, la causa primera de todo lo que es, es causa remota, inaccesible para la comprensión humana, puesto que sus efectos son únicamente vestigios, huellas que casi nada manifiestan de la esencia de lo absoluto. La causa próxima e inmediata o lo que proporciona el inminente origen de las cosas es oscura para el conocimiento del hombre. De la causa eficiente (tanto primera como derivada) poco se sabe; por vestigio, sólo conocemos con idoneidad las causas material, formal y final. 14 Cf. F. PUGLISI, La rivoluzione artistico-filosofica di Giordano Bruno , (Roma 1989) 79.

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