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materia de la madera). Aun así, la actualidad de la materia natural es siempre superior a la de la materia artificial, porque es anterior y fundamento de la del arte, y porque el artífice de la naturaleza es único: el alma del universo, y única es la materia: la materia infi- nita 106 . Si bien la unidad material de la naturaleza y del arte subyacen en la pluralidad de las formas naturales y artificiales, la unidad mate- rial artificial procede y se fundamenta en la unidad material natural, ya que el sujeto constituido por la naturaleza es el que conforma el sujeto del arte. La existencia indeterminada de la materia infinita es necesaria, ya que de por sí no es algo pero posibilita el ser y la esencia de ese algo. La materia infinita como sujeto de la naturaleza no se revela corporalmente, sino que es el substrato de la formas y de los seres naturales y artificiales. Las formas materiales naturales y artificiales, son accidentales, son las que cambian y las que, en un momento dado, pueden dejar de existir, pero la materia infinita y la forma o vida universal son substancias incorruptibles e indestructi- bles y conservan totalmente su ser en todo lo existente. La materia infinita está en lo mutable, y en ella potencia y acto son lo mismo, porque es constantemente acto. Este monismo de potencia y acto, materia y forma supone que ninguna existencia material carece de alma e intelecto y nada mental está privado de naturaleza corpo- ral 107 . No hay, ciertamente, quien deba dudar de que, o por recibir las formas o por enviarlas desde sí, la materia, en cuanto a su esencia y substancia, no reciba mayor y menor actualidad; por consiguiente, no hay razón por la que se diga en potencia. Ésta cuadra con aquello que está en continuo movimiento respecto a la materia, y no con ella que está en estado eterno, y que es causa del estado de mayor celeridad; porque si la forma, según el ser fundamental y específico, es de esencia simple e invariable, no sólo lógicamente en el concepto y la razón, sino también física- 128 MONTSERRAT BARTOLOMÉ LUISES 106 Cf. G. BRUNO, De la causa, principio e uno , cit., 311-312. Hay un princi- pio natural, que es la naturaleza y es en lo que la naturaleza principia, y un princi- pio artificial o el arte, por el que éste se origina; véase en G. Bruno, Summa termi- norum metaphysicorum , cit., I, 4, 17. 107 Cf. G. BRUNO, De la causa, principio e uno , cit., 267, 270 y 314; A. Guzzo, Giordano Bruno , (Buenos Aires 1967) 44.
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