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Aristóteles y los aristotélicos fundamentan su universo inmóvil y cerrado en la separación entre tierra y cielo y en la naturaleza esta- ble y eterna de la materia 98 , extraña y ajena a las leyes de la muta- ción que la agitan. El universo finito de Aristóteles es siempre igual a sí mismo y se opone a la visión abierta e infinita del universo de Bruno, en el que mundos innumerables se hallan constituidos por la agregación y disgregación constante de átomos. De acuerdo con las leyes de la naturaleza, se afirma la importancia de lo particular, de cada agregado atómico singular, ya que también en las minuzzarie se difunde la divinidad natural. Es evidente que cada cosa, grande o pequeña, profunda o superficial, forma parte del todo. Deben elimi- narse las jerarquías y los falsos juicios de valor que anulan las dife- rencias e ignoran la vida que se halla incluso en los seres invisibles a los ojos humanos. Todo cuanto existe se rige por la misma necesi- dad que se explica con tiempos y formas diversas en cada especie. La divinidad está presente en animales, plantas y piedras que son modos diversos de la explicación de la unidad. La necesidad no anula la contingencia y la diversidad. La multiplicidad de tiempos y formas regula el nacimiento y la muerte de los diferentes agregados de átomos 99 . Es evidente que trátese de la materia infinita o de la contracta, la materia es perfección, fuerza y vida, es y posee infinita potencia, es génesis de todas las cosas, y posee todas las formas, ya que es apta para recibirlas todas y “transmigra” a su pluralidad 100 . La mate- 124 MONTSERRAT BARTOLOMÉ LUISES 98 Cf. G. BRUNO, Camoeracensis acrostismus , cit., I, 1, 84. 99 Cf. G. BRUNO, Spaccio de la bestia trionfante , cit., 643 y 786-787; N. Ordine, La cabala dell’asino. Asinità e conoscenza in Giordano Bruno , (Napoli 1996) 94-96. 100 Cf. G. BRUNO, De gli eroici furori , cit., 941 y 945; De umbris idearum , cit., II, 1, 26; De vinculis in genere , en Jordani Bruni Nolani, Opera latine conscripta , cit., III, p. 653. Sobre la importancia y la perfección de la materia, y la necesidad que tiene la forma de la materia en la constitución del universo, véase G. BRUNO, o. c. , 695-696, en que se menciona a David de Dinant y Avicena; en el De vinculis , apa- rece la materia como aspecto clave en la teoría del vínculo. Bruno ( De la causa, principio e uno , cit., 307-308) no concibe la materia como propte nihil (Aristóteles) sino como un “ser divino” (David de Dinant) que contiene todo dentro de sí, descri- biéndola con imágenes cotidianas. Para Bruno (por ejemplo, Camoeracensis acrotis- mus , cit., I, 1, 104) y frente a Aristóteles, no se puede probar que es más propia para la naturaleza la forma que la materia. Según M. CILIBERTO ( O. c. , 296-297), este

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