NG200501001

su partida, el difunto debería volver para vivir nuevamente juntos. Pero por culpa de los cuñados del kamonipue de aquel difunto, ahora ( sereware ) no hay comunicación entre los vivos y los muer- tos; aquellos fueron necios y desobedecieron las advertencias que le dio el recién fallecido: se emborracharon y lo molestaron repetidas veces mientras él descansaba 321 . “Dentro de su lenguaje, metafórico si se quiere, se encierra una buena filosofía. El alma es inmaterial, puede subsistir fuera del cuerpo con sus propias actividades; es la que vivifica al cuerpo material y por tanto sujeto de destrucción. El alma, como espíritu, es de por sí inmortal, reside en algún sitio después de separarse de su cuerpo; pero no nos dicen dónde está el lugar. Hay almas buenas y malas, según las obras que practicaron en vida; y esa bondad se valora desde el comportamiento con los demás seres, no importa su especie ; pues, aun después de la dege- neración del mundo inicial, todos los seres conservan fundamen- talmente aquel primitivo ser Pemon pe . Y el destino definitivo de todos es ‘regresar a aquel primer estado de bondad, solidaridad y comunión desde su pemonidad’” 322 . Dentro de la concepción religiosa pemón no existen ritos fune- rarios de excesiva complejidad. Simplemente se reúnen el grupo familiar amplio para llorar al difunto; pasado un día lo entierran. Antiguamente lo hacían dentro de la casa del fallecido; en la actuali- dad se les da sepultura a las afueras de la comunidad, en los cemen- terios. En estos momentos, cuando la mayoría de los pemones pro- fesan la religión cristiana, a los difuntos se les entierra según el rito litúrgico de la iglesia a la que pertenezcan –Católica o Adven- tista– 323 . Lo que aún conservan, escrupulosamente, es una serie de precauciones que deben guardar los familiares de un difunto durante un mes aproximadamente después del fallecimiento. A esta creencia se le conoce en la lengua pemón bajo el nombre de: asa- 82 RAFAEL CASTILLO VELANDIA 321 El mito se encuentra en su totalidad en: CESÁREO DE ARMELLADA, Taurón pantón , II, 156-170. 322 M. GUTIÉRREZ SALAZAR, Los Pemones , 111. El subrayado y las comillas son del texto. 323 Acerca del rito funerario que seguían los pemones a principios del siglo XX, cf. D. THOMAS, O. c. , 353-354.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz