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como la iniciación suprema, es decir, como el principio de una nueva existencia espiritual. Además, generación, muerte y regene- ración han sido entendidas como tres momentos de un mismo misterio, y todo el esfuerzo espiritual del hombre arcaico ha sido dirigido a demostrar que entre esos momentos no existe división alguna” 318 . La manera de concebir la muerte dentro de la cultura pemón permite la posibilidad de entrar en contacto con sus difuntos. Su mitología narra que uno de los progenitores, experimentando el amor por sus familiares, regresa a su casa después de haber falle- cido para seguir viviendo con sus seres queridos 319 . Por eso, M. Gutiérrez Salazar puede afirmar con certeza que “para el pemón la muerte es ‘el fin de la vida, no del amor’” 320 . El kamonipue del difunto al regresar a casa no lo hace en su antiguo cuerpo ( esak ), sino en apariencia casi invisible a la manera de una nubecilla blanca. La primera vez que vuelve a su antigua morada, lo hace solamente perceptible al oído, se le escucha cuando se viene acer- cando. Al tocar a la puerta se identifica como: yo soy el de aquí. Cuando le abren, entra sigilosamente para acostarse en su chincho- rro, una tela de araña. El kamonipue del fallecido se marcha cada amanecer para preparar un sitio donde vivir junto con los seres más íntimos, a quien llevará consigo. En su futura morada ha de existir abundancia de todos los bienes que el pemón considera estimables, pero sin necesidad de hacer grandes esfuerzos. Cada vez que retor- naba del lugar cuya ubicación nunca llegaba a revelar, el kamoni- pue traía algún animal que había cazado. Así debería ser siempre, cada vez que alguien se muriera, si sus familiares de entristecen por LA CULTURA PEMÓN Y LA DRAMÁTICA IRRUPCIÓN DE LO SAGRADO 81 318 M. ELIADE, Mitos, sueños y misterios , 261; “El hombre de las sociedades primi- tivas se esfuerza por vencer a la muerte transformándola en rito de tránsito . En otros tér- minos: para los primitivos, siempre se muere para algo que no era esencial ; se muere sobre todo para la vida profana. Resumiendo, la muerte viene a considerarse como la suprema iniciación, como el comienzo de una nueva existencia espiritual. Mejor aún: generación, muerte y generación (re-nacimiento) se concibe como tres momentos de un mismo misterio, y todo el esfuerzo espiritual del hombre arcaico se pone en demostrar que entre estos momentos no debe existir ruptura”: I D ., Lo sagrado y lo profano , 165. El subrayado es del texto. 319 Un ejemplo del sentimiento amoroso que hace que los padres vuelvan con su familia después de haber muerto, se encuentra en: CESÁREO DE ARMELLADA, Cuentos y no cuentos. Pantón, pantón neke-ré , 212-214. 320 M. GUTIÉRREZ SALAZAR, Los Pemones , 110. Las comillas son del texto.

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