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con un fuego muy grande, pero lo apagó con su cola y lo atra- vesó. Casi alcanzó al indio que corría. Pero entonces el indio se metió por la senda de sus compañeros y el oso hormiguero se extravió por otro camino. Al llegar a sus compañeros, les dijo: ‘Me persiguió un oso hormiguero, el mismo que me hizo soñar viéndome con un collar de mostacilla’” 293 . Esta creencia está basada en su propia concepción antropoló- gica. Para los pemones el cuerpo es el esak , que significa entre otras cosas: dueño, poseedor de algo, el que contiene. En su lenguaje mítico lo relacionan con una bellísima casa ( Waiparima ); correspon- diendo esta metáfora con el lugar donde se guardan las cosas valio- sas, donde el hombre se resguarda de las inclemencias del tiempo. Dicho de otro modo: el sitio donde el pemón se siente seguro y rea- liza mucha de su actividad vital 294 . Corresponde esta dimensión antropológica a lo más tangible, en un sentido material. De hecho, los primigenios ancestros ( Makunaima ) tienen por madre a una pie- dra humanizada ( Kako ), material muy resistente pero susceptible de ser destruido, como el mismo hombre 295 . “Se habita en el cuerpo de la misma manera que se habita en una casa o en el Cosmos que se ha creado uno a sí mismo… el Cosmos en que se habita –cuerpo, casa, territorio tribal, este mundo de aquí en su totalidad– comunica por lo alto con otro nivel que le es trascendente” 296 . No obstante, el esak en la cultura pemón es el que contiene, posee, reguarda al ekaton 297 . Por eso, éste “reside naturalmente en el cuerpo, extendido por todos los miembros a los que ‘vivifica’. 76 RAFAEL CASTILLO VELANDIA 293 Ib. , 149. El subrayado y las comillas son del texto. 294 Cf. M. GUTIÉRREZ SALAZAR, Los pemones y su código ético , 28-30; I D ., Los Pemones , 108. 295 Cf. CESÁREO DE ARMELLADA, Taurón pantón , 29-31. 296 M. ELIADE, Lo sagrado y lo profano , 148-149. El subrayado es del texto. 297 Según el Diccionario Pemón , esta palabra vendría a significar: Alma, imagen, sombra, fuerza, presentimiento, vida, alegría, paciencia; cf. CESÁREO DE ARMELLADA - M. GUTIÉRREZ SALAZAR, 47. Por el gran lastre dualista que mantienen muchas de las concepciones antropológicas occidentales, se prefiere no traducir la palabra al español; para evitar confundir al cuerpo como cárcel del alma o cosas por el estilo.

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