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dos, con sus superlativos mágicos, para asegurar que la destrucción del maleficio vuelva a ocurrir como en aquel tiempo 219 . De esta forma concluye el taren contra los ardores de estómago: “Y añadió: Yo arreglo eso; yo termino con eso de tal modo que no sufrirá ardores, ni desazones, ni obnubilaciones de sus ojos, ni contorsiones en su cuerpo. Y dijo para terminar nombrándose: Yo, yo, aquel Wenasok 220 , Epirikotoi, Tuná-porón 221 , Yei-porón 222 , Wekpui-yantaruk 223 , Dapué-dantaruk 224 , Wekpui-tararamenú 225 . Estos fueron sus nom- bres cuando dijo este tarén para que todos los que después vinie- sen con este mismo mal” 226 . 2.2. Mediación germinal (Piasan) Para los pemones, su peculiar forma de concebir el cosmos hace necesario el aprendizaje de los taren . A los varones de la socie- dad pemón les está reservado el saber estas invocaciones mágicas, sobre todo antes de la formación de una nueva familia. Pero sola- mente una minoría son los mayores empleadores de estos remedios rituales, en la lengua pemón se les conoce por el término piasan 227 . El Piasan es un individuo que posee gran prestigio dentro de la comunidad. Es llamado cuando ya se han agotado todos los recursos para asegurar la sanación de una persona que haya contra- ído algún maleficio. Según la mitología pemón, desde el tiempo de los ancestros, existían individuos que por poseer poderes especiales sobresalían de todo el grupo. Estos sabían sobre el origen de los seres, la constitución de las cosas, los diferentes males y la manera de curarlos 228 . Un caso particular se encuentra al final del mito de 62 RAFAEL CASTILLO VELANDIA 219 Cf. CESÁREO DE ARMELLADA, Pemontón Taremurú , 16. 220 Lo que se mete por el ano. 221 El que anda por las aguas. 222 El que anda por los árboles. 223 El que anda por la garganta de los cerros. 224 El que anda por la garganta de los ríos. 225 El que anda por los flancos lisos y casi siempre blanquecinos de los cerros. 226 CESÁREO DE ARMELLADA, Pemontón Taremurú , 101. El subrayado es del texto. 227 Cf. M. GUTIÉRREZ SALAZAR, Los Pemones , 132-133. 228 Cf. I D ., Los pemones y su código ético , 52-53.

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