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hasta de las indecencias más soeces. Y lo que causa mayor sorpresa es que el volumen vaya encabezado con las aprobaciones de dos o tres reverendísimos, y con la licencia del ordinario”. Al darse cuen- ta los padres de la Orden del autor, de los enormes disparates que contenía el libro en cuestión, inutilizaron los ejemplares que caían en sus manos, o arrancaban los frontispicios grabados en donde consta el nombre del autor”. A pesar de todo, el libro tuvo una reim- presión en 1677, y siguió interesando a los editores. Palau y Dulcet reconoce al libro de Fuentelapeña al menos un valor comercial : “Por lo demás, tiene valor comercial por ser el primer libro español que trata de la aviación o arte de volar”. Y cita a un conocido espe- cialista que ha escrito sobre el tema. Julio Caro Baroja ni siquiera reconoce ese valor a El ente dilu- cidado. En su libro Del viejo folklore castellano (Palencia 1984) se recoge, entre otras cosas, un trabajo suyo, titulado “Los duendes en la literatura clásica española” (p.p. 145-182), donde presta gran atención informativa al libro de Fuentelapeña . Comienza diciendo que la creencia en esos o parecidos entes fantásticos fue cosa habi- tual en los países europeos. Por lo que respecta a España, creyeron en los duendes lingüistas y teólogos como Covarrubias, Francisco de Torreblanca y Villalpando... También creyó en ellos el célebre jesui- ta Martín del Río, autor de las célebres Disquisiciones Mágicas (Disquisitiones Magicarum, libri VI. Venecia 1616). Descendiendo al pueblo llano, Caro Baroja constata en varios de sus libros que la creencia en duendes y demonios o espíritus familiares estaba fuer- temente arraigada durante los siglos XVI, XVII... Así se desprende de la lectura de libros de la época, sean o no de corte académico. La fuerte implantación social de dicha creencia determinó que se inspirasen en ella escritores clásicos, como Calderón ( La dama duende ), Lope ( La serrana del Tormes ), Tirso de Molina ( Amar por señas ), Vélez de Guevara ( El Diablo Cojuelo ), etc. No es de extrañar que a un humilde e inquieto capuchino se le ocurriese la feliz idea de escribir todo un tratado more scholastico sobre esos entes que están a medio camino de los ángeles malos y los hombres. Caro Baroja da cuenta, paso a paso, del contenido del libro de Fuentelapeña: 1. Nombre de los duendes. 2. Obras de los duendes. 3. Propiedades de los duendes. 4. Definición del duende, etc. En mi artículo de La Opinión-El Correo de Zamora (9-V-2002), anterior- FUENTELAPEÑA DILUCIDADO 1051
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