NG200403027

cual puede ser condensado en estas dos afirmaciones: 1ª Los duen- des pueden existir como entes creados por Dios. 2ª Si existen, son seres terrestres, sensibles, pero no visibles. En manera alguna Feijoo muestra desprecio hacia el escritor capuchino, como sugiere Julio Caro Baroja en sus escritos. Pero, donde más ampliamente expone el P. Feijoo su opinión sobre la obra del zamorano, es en el Teatro crítico universal, t. III (Madrid 1727-39). En las líneas que siguen, utilizo la nueva impre- sión de 1784. Comienza el Discurso IV sobre los duendes y los espí- ritus familiares, diciendo que “el P. Fuente de la Peña (sic),en su libro del Ente dilucidado, prueba muy bien que los Duendes ni son Ánge- les buenos, ni Ángeles malos, ni Almas separadas de los cuerpos”. Pero no admite la conclusión que saca el capuchino de su discurso: “Luego son cierta especie de animales aéreos, engendrados por putrefacción del aire y vapores corrompidos” . Hubiese sido más lógi- co concluir: “Luego no hay Duendes”. Feijoo pone en solfa la sol- vencia de los “innumerables testigos que deponen haberlos visto u oído”. Cree que, mientras no se aduzcan pruebas contundentes (experienciales), resulta más sensato pensar que dichos entes son ficciones o invenciones de “gente baxa” , aunque a veces las propa- lan, oralmente o por escrito, personas con estudios y bien acredita- das. Sin embargo, Feijoo no rechaza la posibilidad teórica de que existan duendes: “Por conclusión, advierto aquí lo mismo que advertí al fin del Discurso primero: que yo no profiero sentencia defi- nitiva y general, que sea incapaz de toda excepción. Sólo pretendo hacer más cauteloso al común de los hombres, para que no preste con facilidad asenso a rumores vanos”. Feijoo recurre, una vez más, a su propia experiencia, que debía estar bien abastecida: “Lo que puedo asegurar es que los cuentos de Duendes en que yo me hallé con proporción para averiguar la verdad, los hallé falsos. Debajo de este velo se cometen muchas picardías. Y así es razón que, en cualquier pueblo donde hay algún rumor de ellos, los hombres de espíritu y penetración se apliquen seriamente al examen, para que, hallando ser impostura, sea castigado el autor”. El fecundo escritor benedictino concluye el Discurso IV con unas palabras sobre los Espíritus Familiares, que, más que Duendes, son Demonios menores, que actúan dentro del ámbito doméstico. Acerca de la creencia popular en estos seres también intermedios, FUENTELAPEÑA DILUCIDADO 1049

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz