NG200403026

un santo cristo muy linda, que lo he sentido mucho, pero el Señor lo debió de permitir para que estuviésemos más libres para poder ir a donde Dios fuere servido, porque ajuar para misioneros apostóli- cos es de mucho embarazo. La tierra en que estamos es sin Dios, sin ley y sin rey, y gente; que hemos de hacerlos primero hombres que cristianos, porque son unas bestias, pero no tan incapaces que martillando en ellas no entiendan. El trabajo es que están tan metidos en sus disparates que no dan lugar al Señor para que los alumbre. Son una gente que hasta que entraron los padres dominicos en esta provincia, ellos no habí- an oído el nombre de Dios, y hoy en los parajes que estamos están muchos que no le han oído y así, aunque les hablemos de Dios, es como hablar al ciego de colores, con que causan harta tristeza y no es esto lo peor, que fuera muy llevadero si después de haberlos abierto los ojos, ellos dieran confesión (f. 15v) en su corazón, pero cuando entendemos que creen mucho en Dios, examinados y ras- treados bien, los hallamos sin rastro de fe, hablo de esperanza, y lo mismo le pasa al P. Fr. Basilio. Y así, aunque es verdad que muchos piden el bautismo y que saben ya rezar, así en su lengua como en la nuestra, no les quere- mos dárselo porque los que los padres dominicos han bautizado, de más que no saben cosa alguna de lo que deben saber, son peores que los que no son cristianos y cierto es que los padres no los habrán bautizado sin persuadirse a qué estaban dispuestos para reci- bir el bautismo, pero ellos engañaron a los padres, y así lo muestran sus perversas costumbres estos días, después que el año pasado vine de Panamá a estos parajes, que es tan en el corazón de la tierra, tra- tando de darles a conocer al verdadero Dios y noticia del premio que Dios da a los buenos y del castigo a los malos y de cómo todos hemos de morir y dar cuenta a Dios de nuestras obras, que son los primeros rudimentos de la fe, unos cuantos de los más principales y que más se mostraban hipócritas y habían pedido el bautismo. Examinándolos yo y conviniéndoles con que el demonio los tenía engañado[s], y que todo lo que sus antepasados y sus leres o moja- nes les habían enseñado era mentira, prorrumpieron consintiendo otros muchos en decir que yo mentía y que [lo que] sus antepasa- dos les habían dicho era verdad, y lo peor de todo que sacrílega- mente blasfemaron de Nuestro Señor Dios, diciendo que Dios 1042 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ

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